Page 11 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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tejido en oro. Su única arma era un instrumento tanto de paz como de guerra: la maza
           Fearbreaker, que  llevaba  en  su  costado. Cuando  el  antiguo  rey  de  los  enanos  Magni

           Bronzebreard se la obsequió al joven príncipe, dijo que Fearbreaker era un arma que había
           conocido el sabor de la sangre en unas manos y había detenido la sangre en otras.


                    Anduin quería conocer y agradecer a tantos afligidos como le fuera posible ese
           día. Deseó poder consolarlos a todos, pero la dura realidad era que algo así era imposible.

           Se sintió reconfortado con la certeza de que la Luz brillaba sobre todos ellos… Incluso
           un joven y cansado rey,


                    Alzó la cara sabiendo que el sol estaba oculto tras las nubes y dejó que las suaves
           gotas cayeran como una bendición. Recordó que también había llovido hacía unos años
           durante una ceremonia  similar en honor a aquellos que hicieron el último, grandioso

           sacrificio en la campaña para derrocar al poderoso Rey Lich.

                    Dos  personas  que  Anduin  amaba  se  habían  presentado  ese  día,  pero  no  se

           encontraban con él ahora. Una, por supuesto, era su padre. La segunda era la mujer que
           él  había  llamado  cariñosamente  tía  Jaina:  Lady  Jaina  Proudmoore.  Una  vez,  la

           gobernadora de Theramore y el príncipe de Stormwind habían hecho un acuerdo acerca
           de su deseo de paz entre la Alianza y la Horda.


                    Y alguna vez había existido un Theramore.

                    Pero la ciudad de Jaina había sido destruida por la Horda de la forma más horrible

           posible, y su dama nunca fue capaz de amainar por completo el dolor que le provocó ese
           momento. Anduin la había visto tratar repetidamente, sólo para que un nuevo tormento
           volviera a lastimar su corazón herido. Finalmente, incapaz de soportar el pensamiento de

           trabajar junto a la Horda incluso contra un enemigo temible como la endemoniada Legión,
           Jaina se retiró del Kirin Tor, el cual guiaba, del dragón azul Kalecgos, a quien ella amaba,
           y de Anduin, a quien había inspirado su vida entera.


                    —¿Puedo? —la voz era cálida y amable, igual que la mujer que había hecho la
           pregunta.


                    Anduin sonrió a la Suma Sacerdotisa Laurena. Ella preguntaba si él deseaba su

           bendición. Él asintió e inclinó la cabeza, sintió la presión en su pecho desaparecer y su
           alma  calmarse.  Entonces  se  colocó  respetuosamente  a  un  lado,  aguardando  su  turno
           mientras ella hablaba con la multitud.


                    No había sido capaz de hablar formalmente en el funeral de su padre. El duelo
           había sido muy crudo, demasiado abrumador. Había cambiado de forma en su corazón

           conforme pasó el tiempo, volviéndose menos inmediato, pero no menos grande y por eso
           había accedido a decir algunas palabras ese día.



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