Page 12 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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Anduin se paró junto a la tumba de su padre. Estaba vacía; lo que la Legión le
           había hecho a Varian había garantizado que no pudieran recuperar su cuerpo. Anduin

           contempló la lápida en la tumba. Era reconfortante mirarla. Pero incluso los más hábiles
           herreros no fueron capaces de capturar el fuego de Varian, su corto temperamento, su risa

           fácil, su movilidad. De alguna forma, Anduin se alegraba que su tumba estuviera vacía;
           él siempre vería, en su corazón, a su padre vivo y vibrante.


                    Su mente regresó a cuando se aventuró por primera vez al lugar en dónde había
           caído  su  padre.  A  donde  Shalamayne,  un  regalo  de  lady  Jaina  a  Varian,  reposaba
           aletargada sin el toque de Varian. Esperando el toque de otro que la hiciera responder.


                    El toque del hijo del gran guerrero.


                    Mientras la sujetaba, casi pudo sentir la presencia de Varian. Fue en ese momento
           cuando Anduin aceptó verdaderamente sus deberes de rey, esa luz había comenzado a
           girar en la espada (no de aquel tono rojo-anaranjado del guerrero, pero de un cálido brillo

           dorado del sacerdote). En ese momento, Anduin comenzó a sanar.


                    Genn Greymane era la última persona que sería capaz de hacerse llamar elocuente,
           pero Anduin nunca olvidaría las palabras que el mayor le había dicho: “Las acciones de
           tu padre fueron de verdad heroicas. Fueron su desafío para nosotros, su gente, para nunca

           dejar que el miedo prevalezca… Incluso en las puertas del infierno.”

                    Genn sabiamente había evitado decir que nunca debían temer. Únicamente no

           debían dejarlo ganar.


                    No lo haré, Padre. Y Shalamayne lo sabe.

                    Anduin tuvo que obligarse a regresar al presente. Asintió a Laurena, entonces giró

           para ver a la multitud. La lluvia comenzaba a aminorar mas no se detenía, sin embargo,
           nadie parecía querer retirarse. La mirada de Anduin se posó en los viudos, los padres sin
           hijos, los huérfanos y los veteranos. Estaba orgulloso de los soldados que habían perecido

           en el campo de batalla. Esperaba que sus espíritus pudieran descansar, sabiendo que sus
           seres queridos también eran héroes.


                    Porque no había nadie reunido en Reposo del León ese día que hubiera dejado que
           el miedo prevaleciera.


                    Encontró a Greymane apoyado junto a una farola. Sus ojos se encontraron y el
           hombre asintió con reconocimiento. Anduin permitió que sus ojos viajaran por los rostros,

           aquellos que conocía y a los que no. Una pequeña pandaren luchaba para no llorar; él le
           brindó una sonrisa de reafirmación. Ella tragó y le sonrió nerviosamente.






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