Page 231 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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Calia se había puesto un vestido práctico y nada revelador vestido y una pesada
           capa con capucha. Casi todos tenían puestas sus capuchas en la suave lluvia, así que ella

           no destacaba. Valeera alguna vez le había dicho que los mejores disfraces eran sencillos;
           ropa apropiada, comportarse como si uno encajara. Hoy nadie estaba buscando a una reina

           que creían muerta.

                    —No que haya escuchado. Para ellos, ella es una sacerdotisa rubia.


                    Turalyon asintió, pero todavía parecía preocupado.


                    Faol continuó.


                    —Su rey ya les ha dicho lo que esperamos demostrar y les ha aconsejado acerca
           de lo que hay que hacer si se levanta un estandarte ya sea en la Muralla de Thoradin o
           aquí en el fuerte. Deseo evitar repeticiones tediosas, así que solo diré que estén alertas y

           se muevan rápido. Pero de verdad espero que eso no suceda. Mi compañera sacerdotisa y
           yo  estaremos  ahí  afuera  con  ustedes.  Otros  estarán  cerca  para  prestarles  ayuda  si  lo
           necesitan. Podrán ser tenderos, o herreros, o granjeros. Pero hoy son mis hermanos y

           hermanas. Hoy todos somos sirvientes de la Luz. Si tienen miedo no se avergüencen de
           ello. Están haciendo algo que nadie ha hecho antes y eso siempre asusta. Pero sepan que
           están haciendo el trabajo de la Luz. Y ahora, acepten éstas bendiciones.


                    Calia y él levantaron los brazos, levantando sus rostros hacia el cielo. El sol podía
           estar oculto tras las nubes, pero eso no significaba que no estuviera ahí, enviando sus

           rayos dadores de vida a aquellos que moraban en la faz de ese mundo. Era lo mismo con
           la Luz, pensó anduin. Siempre estaba presente incluso cuando parecía estar más allá del
           alcance de uno.


                    Un destello dorado llenó el área: no una explosión de iluminación cegadora, sino
           un gentil resplandor que hizo que la opresión en el pecho de Anduin se soltara mientras

           inhalaba profundamente. Había estado despierto toda la noche, incapaz y reacio a dormir,
           pero  mientras  cerraba  los  ojos  y  se  abría  a  la  energía  sanadora,  se  sintió  renovado,
           refrescado y tranquilo.


                    Salió justo cuando las nubes se apartaron por un momento y algunos solitarios y

           hermosos rayos de sol cayeron sobre el grupo mientras caminaban fuera del santuario.
           Esto,  también,  era  una  bendición  de  la  Luz,  aunque  sencillo  y  mundano  si  algo  tan
           magnífico como si el propio sol pudiera ser llamado de esa manera.


                    Muchos de los presentes —incluyendo al propio Anduin— nunca habían estado
           en ese sitio histórico. Se les permitía recorrer dentro de los confines de la fortaleza mas

           no  afuera  de  ella.  Anduin  no  pondría  a  nadie  en  riesgo  innecesario  al  permitirles
           aventurarse demasiado lejos. Él creía que Sylvanas mantendría su palabra, pero ninguno



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