Page 228 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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Escuchó el sonido de botas en la piedra y se giró para contemplar a Genn. El
hombre mayor se paró junto a él, sus ojos recorriendo pensativamente por el paisaje de
pinos y colinas verdes.
—La última vez que me paré aquí —dijo Genn—, Gilneas era una nación
poderosa y la estrella de Stromgarde era menguante. Ahora ambos reinos están en ruinas.
Éste es hogar solamente para criminales, ogros y trolls. Y el mío es su hogar.
Señaló al otro lado de las colinas hasta la piedra gris de lo que era conocido como
la Muralla de Thoradin. Anduin, Greymane, Turalyon, Velen, Faol y Calia, junto a
exactamente doscientos de los mejores de Stormwind, habían llegado unas cuantas horas
antes del Puerto de Stormwind. Había sido aleccionador ver esas ruinas aparecer tras la
neblina, su piedra tan gris como el mismo cielo; aún más, el pararse en dónde lo hacía
ahora.
La Muralla de Thoradin y el pequeño campamento renegado a las afueras
marcaban el punto más lejano del alcance de la Horda en esa tierra que era el lugar de
nacimiento de la humanidad. Gilneas no se encontraba muy lejos, envuelto por la plaga,
invadido por los renegados que habían llevado al pueblo de Genn a convertirse en
refugiados y habían asesinado al hijo del rey.
Genn levantó un cantalejo, gruño suavemente y le tendió el instrumento a Anduin.
Anduin lo imitó. A través de la herramienta gnómica, pudo ver figuras armadas
patrullando el antiguo muro. Justo como hacía su gente en las murallas del Castillo de
Stromgarde.
Todos eran renegados.
Mañana, a primera hora, el Concejo Desolado se reuniría en el arco de la Muralla
de Thoradin. Marcharían hasta un punto medio marcado por una bifurcación en el sencillo
camino de tierra. Al mismo tiempo, los diecinueve humanos seleccionados para reunirse
con sus amigos o parientes se acercarían. Calia y Faol conducirían las reuniones. No
habría otra interferencia de la Horda o la Alianza, aunque cada bando había aceptado
permitir que un grupo de sacerdotes volara sobre ellos por si acaso.
Anduin le devolvió el catalejo a Genn.
—Sé que debe ser difícil para ti.
—Sabes muy poco acerca de esto —respondió.
—Entiendo más de lo que piensas —prosiguió Anduin—. Tengo a Turalyon y a
Velen para asistirme —amablemente, añadió—. No necesitabas hacerte pasar por esto.
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