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La conflictividad laboral global y el SME
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Gabriela Victoria Alvarado
Para poder comprender las estrategias y su implementación con acciones y decisiones colectivas
que el SME ha llevado a cabo alrededor del movimiento socio-laboral por la recuperación de su
materia de trabajo, es necesario contextualizarlas en el marco de la conflictividad laboral como
fenómeno histórico que se está presentando a nivel mundial. Los debates se realizan
principalmente alrededor del debilitamiento del poder sindical en la globalización, definido como
un “proceso multidimensional inacabado y contradictorio que tiene profundas implicaciones para
la acción sindical” (Lévesque y Murray, 2004:7). Se tiene que la hipermovilidad del capital ha
debilitado de facto la soberanía estatal, y en la medida en que los Estados son incapaces de controlar
de manera eficaz los flujos de capital, por lo tanto, se declina su capacidad para proteger el nivel de
vida de sus ciudadanos y sus derechos laborales, es decir, la garantía de una democracia consistente,
así como su gobierno de Estado de Bienestar (Tilly, 1995).
Las modificaciones en la organización del proceso de producción y del trabajo, con nuevos
modelos de gestión implementando nuevas estrategias competitivas de flexibilidad que se traducen
a menudo en una intensificación del trabajo y en un incremento en los problemas de salud y
seguridad laborales, han socavado el poder de negociación de los trabajadores. Incluso en algunas
empresas, comentan Lévesque y Murray (2004:10), las proposiciones patronales de incremento de
la productividad con el fin de garantizar la seguridad del empleo pueden ser más motivadoras y
movilizadoras que los proyectos sindicales, es una contienda ideológica en la que la antigua
generación del “nosotros” es reemplazada por actual generación del “yo”.
En estos últimos años, en el contexto globalizador algunos sindicatos de Canadá, Estados
Unidos, Inglaterra, han emprendido acciones que pretenden transformar y revitalizar a los
sindicatos, los cuales, según Voss y Sherman (2000), “en general, los sindicatos se habían vuelto
más como un grupo de interés institucionalizado que en un movimiento social”, por lo que un gran
desafío para grandes federaciones sindicales como la AFL-CIO, legendaria por su larga inercia y
rigidez, fue el de asumir una amplia variedad de tácticas agresivas. La gama de estrategias es
diversa, se tienen las que implican una actividad sindical militante, como los trabajadores de la RMT
(The National Union of Rail, Maritime and Transport Workers), en Gran Bretaña, enfrentando la
privatización del Metro de Londres. Esta organización RMT es muy clara en señalar que la
renovación sindical no sólo se remite al crecimiento de miembros afiliados, sino también a
características tales como un mayor éxito en la negociación colectiva, una organización del trabajo
más fuerte y consistente, una mayor militancia, la extensión de la democracia sindical, el papel de
los activistas como líderes en el lugar de trabajo, etc.
La dinámica revitalizadora sindical que observan Lévesque y Murray (2004) en las grandes
federaciones y sindicatos nacionales canadienses, como por ejemplo: Conféderation des Syndicats
Nationaux (CSN), Travailleurs Canadiens de l’ Automobile (TCA), Métallurgistes unis d’ Amérique
(MUA), Syndicat Canadien des Communications de l’energie et du Papier (SCEP) y muchos más, se
apoyan en tres recursos de poder: 1) la capacidad estratégica: agenda propia, valores, carácter
proactivo, capacidad de comunicación; 2) la solidaridad interna: mecanismos democráticos en el
sindicato; y 3) solidaridad externa: alianzas y articulaciones en la estructura sindical, y entre
sindicatos y la comunidad, porque consideran que las formas transnacionales y nacionales pueden
ser más eficientes con la movilización de estos recursos de poder sindical en la lógica de la
geopolítica regional.
Dra. en Estudios Sociales en la línea de investigación de Estudios Laborales por la Universidad Autónoma
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Metropolitana.