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Testimonio
Maestra Rocío García
“En la vida
sólo fructifican las semillas
que se siembran a la hora de la guerra”
-José Martí-
El 11 de octubre del 2009 Felipe Calderón decreta ilegalmente la desaparición de la Compañía de
luz y Fuerza del Centro; el ejército ya había tomado con violencia los centros de trabajo. Fue un
golpe que dejaría en la calle a 45 mil familias, entre ellas a la mía. Esa noche de sábado, mi esposo
Rogelio Muciño Castañeda, con número de trabajador FALTA, estaba a ocho semanas de jubilarse,
cuando él nos planteó la situación supimos que el enemigo a vencer es el gobierno.
En ese momento una bruma oscura envolvió nuestras vidas. Nos vimos en medio de la nada,
despojados de nuestros derechos sin ninguna justificación, en manos de un gobierno déspota y
entreguista. Tuvimos claro que el golpe iba directamente al sindicato porque su Contrato Colectivo
de Trabajo significaba en ese momento un referente a nivel Nacional e internacional que debía
borrarse del panorama porque era un mal ejemplo. Les estorbaba para privatizar el sector y obtener
grandes ganancias.
Esa fue la razón por la que nos llenamos de indignación, pues sabemos perfectamente que
nuestros llamados privilegios, como el gobierno llamó a las condiciones de trabajo de los y las
trabajadoras electricistas, fueron conquistas logradas a lo largo de 96 años de lucha y defendidas
con la vida de muchos smeítas. Logros cristalizados en nuestra vida digna con trabajo seguro, con
derecho a una justa jubilación, a la posibilidad de estudiar, de tener acercamiento a la cultura,
atención médica y a construirse un futuro.
Fue sorprenderte ver cómo de inmediato el Comité Central honrosamente tomó el control de la
situación y en voz de su Secretario General, Martín Esparza Flores, hizo un llamado a todos sus
agremiados para enfrentar la traición. La respuesta de las y los trabajadores surgió con una gran
fuerza organizativa. No estábamos solos. Estoy segura que el llamado viajó hasta los ancestrales
Guerreros y Guerreras electricistas labradores de esta gran organización, que altivos han hecho
sentir su presencia. Entonces nos descubrimos como herederos de una larga y gran historia de lucha
de la que estamos muy orgullosos.
También observé cómo la conciencia de clase hizo que los profundos lazos de hermandad
renacieran entre compañeros y compañeras activos y jubilados, otorgándoles la fuerza que los
cohesiona en una gran familia y haciéndoles invencibles a pesar del dolor. Tejieron toda una red de
apoyo y las expresiones solidarias de un gran número de organizaciones llegaron de todos lados
cuando la voz de los smeítas se hizo escuchar mas allá de nuestras fronteras.
El sabernos dueños de la razón nos dio la fuerza y la dignidad para enfrentar las mentiras con
las que el gobierno justificó la desaparición de la Compañía de Luz y fuerza del Centro. Con ella
enfrentamos las calumnias de una gran campaña de linchamiento, que fue más allá porque
boletinaron a todas y todos los trabajadores electricistas para que las empresas no les dieran
empleo. Fue otro desafío que hemos sabido resolver admirablemente.
Como esposa de un trabajador en resistencia tomé la firme decisión de apoyarle como hicieron
tantas mujeres trabajadoras y compañeras que se honraron participando además en las actividades
y movilizaciones del Sindicato. Ello implicó sustentar la situación para que Rogelio participara, mi
hijo siguiera estudiando y acondicionáramos el lugar donde llegamos a vivir. Para mí fue un gran
desafío pues me convertí en el Pilar de mi hogar. Mi sueldo, que antes había sido un complemento,
ahora tomaba un valor significativo. Nos iba a permitir vivir en resistencia con mucha dignidad. La