Page 7 - re
P. 7

Voss, K. and Sherman, R. (2000) “Breaking the Iron Law of Oligarchy: Union Revitalization in the
        American Labor Movement” in American Journal of Sociology, Vol. 106, Núm.2.


                         La huelga de mujeres como resignificación
                       del Día Internacional de la Mujer Trabajadora
                              María Fernanda Justo Hernández

        Este 8 de marzo fue convocado por segundo año consecutivo el Paro Internacional de Mujeres (PIM)
        que desató movilizaciones y protestas en más de 60 países, incluido México, y en cientos de ciudades
        alrededor  del  mundo.  Las  consignas  partieron  de  la  denuncia  a  las  violencias  machistas  y
        feminicidas, e incorporaron el rechazo a las distintas formas en que se expresa la actual guerra
        económica y militar  contra los  pueblos,  contra la  clase explotada y contra las y  los oprimidos,
        sectores donde se encuentra la inmensa mayoría de las mujeres. En el caso de nuestro país, la
        oposición a la Ley de Seguridad Interior y a las reformas estructurales acompañaron el clamor por
        la presentación con vida de las desaparecidas y por el alto a los feminicidios. El PIM forma parte de
        un amplio proceso de reflexión, articulación y auge del movimiento feminista y de mujeres que, no
        sin contradicciones y con características propias en cada geografía, se viene desarrollando en medio
        de la imposición de las políticas neoliberales y de acumulación por despojo -despojo de recursos y
        bienes comunes, del trabajo, los derechos y las conquistas sociales, de territorios e identidades, etc.-
        , generando mayor precariedad y reforzando con esto las bases materiales de una opresión que
        históricamente ha sido pilar de las sociedades divididas en clases. Al mismo tiempo, este contexto
        ha provocado violentos cambios culturales que se reflejan en una acelerada descomposición social,
        terreno  fértil  para el  recrudecimiento  y la  proliferación  de las agresiones  que enfrentamos  las
        mujeres.
           Pero este llamado a huelga nos recuerda también las combativas jornadas que dieron origen a
        la conmemoración de esta fecha como día de lucha por la igualdad política, económica y social entre
        hombres y mujeres; contra el trabajo precario y la explotación; porque se nos reconozca como
        sujetos plenos y capaces de decidir por y sobre nosotras mismas; por la defensa de la vida ante un
        régimen que sólo nos ofrece muerte. La reivindicación de la huelga recupera su origen obrero, de
        combate y de profundo espíritu internacionalista para afirmar en un coro de voces creativas que las
        violencias machistas y el capitalismo deben caer juntos, logrando sumar a la marea violeta a una
        parte importante del sindicalismo y del movimiento social y popular, lo que ocurrió en nuestro país
        con el respaldo que la Nueva Central de Trabajadores, la ANUEE y otras organizaciones dieron, para
        comenzar a quebrar la indiferencia ante los problemas que enfrentamos quienes sostenemos la
        mitad del cielo.
           No es casual, ni un hecho menor, que el eje central del llamado a la huelga haya sido el tema del
        trabajo en todas sus dimensiones: Desde el trabajo formalmente reconocido, es decir, el trabajo
        asalariado, en el que todavía hoy encontramos vigente la división sexual de las tareas (trabajos
        considerados “de mujeres”, generalmente los más precarios), el clima de acoso o las brechas por
        género en la remuneración, hasta el trabajo de cuidados que continúa siendo invisibilizado cuando
        de él depende toda la reproducción de la vida. Y este quizá es el punto central: el capitalismo se
        sostiene sobre la base del trabajo no reconocido y no pagado que realizamos las mujeres y sin el
        cual es imposible la reproducción de la fuerza de trabajo. Pero lo que estas jornadas de lucha han
        dejado claro es que las mujeres no queremos ni estamos dispuestas a seguir confinadas a ese sitio
        que  tiene  para  nosotras  el  sistema.  Lo  rechazamos  y  ponemos  sobre  la  mesa  el  tema  de  la
        colectivización de los cuidados y de la necesidad de organizar la vida de manera distinta. De ahí el
        alto  contenido  anticapitalista  de  este  movimiento  y  su  potencialidad  para  impulsar  y  nutrir  el
        conjunto de luchas obreras y populares que se plantean la transformación de esta realidad y la
        emancipación de la humanidad.
   2   3   4   5   6   7   8   9   10   11   12