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Los cuatro sabios, es otra de los ejercicios que vemos en un futuro incorporando a
nuestra práctica docente. La finalidad de la misma es alcanzar una acción entre todos
los miembros del aula, mejorando de esta manera las probabilidades de aprendizaje
en todo el grupo. Para ello, el/la docente nombra a cuatro “sabios” dentro del aula, se
trata de alumnos/as con control sobre un tema/habilidad en concreto. Estos deben
prepararse estos asuntos para poder explicárselos a sus compañeros. Días más tarde,
se estructura la sesión en dos bloques, por un lado, cada uno de los miembros del
grupo-base (formado por 4 estudiantes) se aproximarán a uno de los cuatro “sabios”,
para que estos les transmitan sus conocimientos. En la segunda parte del ejercicio,
cada miembro del grupo-base, de nuevo reunido con su grupo, intercambiará lo
aprendido del “sabio” con sus compañeros/as.
Esta tarea trabaja la relación mutua, bien, entre dos o más personas, a parte de la
responsabilidad individual. Aunque nuevamente, vuelva a estar enfocada a alumnado
de mayor edad, dentro del área que nos ocupa, Educación Infantil, observamos que
puede además de favorecer la cooperación, ayudar a desarrollar el juego simbólico
de manera individual, con el cambio de roles de alumno/a a maestro/a, favoreciendo
así su desarrollo cognitivo y emocional.
La siguiente práctica que ha llamado nuestra atención, de manera positiva, ha sido
¿En qué nos parecemos? No obstante, se trata de una práctica compuesta, ya que
en la segunda parte de la misma se lleva a cabo la estructura conocida como El folio
giratorio. Inicialmente (¿En qué nos parecemos?), consiste en la construcción de
grupos de trabajo pero, con la diferencia de que estos se crean por medio de la
comunicación, del sentimiento compartido. Si bien es cierto, que el tema que los une
es escogido por el/la docente (gustos/aficiones...), la creación del grupo puede
favorecer a aquellos alumnos/as que apenas pasan tiempo juntos, al darse cuenta de
que tienen más cosas en común de lo que pensaban. Evidentemente, no es necesario,
ni lógico, que los grupos posean el mismo número de integrantes, ya que en esta
ocasión, su finalidad no es que la equiparación entre grupos sea homogénea. Una vez
formados, se desarrolla la segunda estructura (El folio giratorio), donde cada miembro
debe explicar por escrito los motivos que le han llevado a elegir esa opción, se lleva a
cabo siguiendo la planificación conocida como Roundrobin -un proceso de
participación donde se asigna a cada participante una porción de tiempo equitativa y
ordenada-. Una vez redactados, se leen las aportaciones de todos los miembros y se
escogen aquellos argumentos que más convenzan a la mayoría, para ser expuestos
al resto de grupos por un representante.
Con esta práctica, se cumple con la necesidad de una participación equilibrada por
parte de todos los miembros del grupo, así como, con una vinculación positiva. Un
factor fundamental de esta práctica es la escritura, no obstante, pueden realizarse
variaciones, que vayan desde el dibujo, la mímica, hasta la expresión oral para adaptar
esta actividad de manera completa a los/as alumnos/as de Educación Infantil.
Antes de finalizar, nos gustaría mencionar una última actividad que nos ha resultado
muy interesante, 1-2-4. Bajo este breve título, el maestro/a consigue crear una
dinámica de equipo donde se trabaja tanto la responsabilidad individual como la
participación equilibrada y las interrelaciones positivas. Para ello, dentro del equipo-
base, cada miembro piensa cuál es la respuesta correcta a una pregunta planteada
por el/la maestro/a. A continuación, se sitúan de dos en dos, intercambian sus
respuestas y las comentan, llegando a conclusiones comunes. Finalmente todo el
equipo ha de decidir cuál es la respuesta más adecuada. De esta manera, el docente
consigue crear una dinámica de equipo que parte de lo individual y termina en lo
grupal.