Page 27 - Brugger Karl Crnica de Akakor
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2 La hora cero
10.481 - 10.468 a. de C.
La milenaria obra épica india Mahabharata cuenta cómo los dioses y los titanes pelearon entre sí por
el gobierno de la Tierra. Según Platón, el legendario imperio de la Atlántida alcanzó su apogeo en
este período. El científico germano-boliviano Posnansky cree en la existencia de un enorme imperio
en la región de la ciudad boliviana en ruinas Tiahuanaco. Según los historiadores y los etnólogos,
las principales divisiones raciales del Homo sapiens de la última glaciación tuvieron lugar hacia el
año 13.000 a. de C.: mongoloides en Asia, negroides en África, caucasoides en Europa. En el
continente europeo, los principales asentamientos se encuentran en las regiones costeras. Los
hallazgos arqueológicos en la región de Altamira y en la Amazonia confirman por vez primera la
existencia de seres humanos en el continente sudamericano.
La partida de
los Maestros Antiguos
La historia de mi pueblo, escrita en la Crónica de Akakor, se acerca a su final.
Dicen los sacerdotes que el tiempo pronto concluirá, que solamente nos restan
unos pocos meses. Entonces se habrá cumplido el destino de los Ugha Mongulala.
Y cuando contemplo la desesperación y la miseria de mi pueblo, no puedo por
menos que creer en estas profecías. Los Blancos Bárbaros están penetrando cada
vez más profundamente en nuestro territorio. Vienen desde el Este y desde el
Oeste, como el fuego movido por un viento violento, y extienden sobre el país un
manto de oscuridad para tomar posesión de él. Pero si los Blancos Bárbaros
reflexionaran, llegarían a comprender que no podemos tomar nada que no nos
pertenezca. Entonces comprenderían que los Dioses nos dieron a todos una gran
mansión para compartirla y disfrutarla. Pero los Blancos Bárbaros lo desean todo
para sí, para sí solos. Sus corazones no se conmueven ni siquiera cuando realizan
los actos más terribles. Así que nosotros como indios no podemos hacer otra cosa
sino retirarnos y esperar el regreso de nuestros Maestros Antiguos, tal y como está
escrito en la crónica, con buenas palabras, con lenguaje claro:
El día que los Dioses abandonaron la Tierra llamaron a Ina. Dejaron su legado con
el más fiel de sus servidores: «Ina, nos marchamos a casa. Te hemos enseñado la
sabiduría y te hemos dado buen consejo. Retornamos a casa. Nuestro trabajo está
cumplido. Nuestros días están completos. Consérvanos en tu memoria y no nos
olvides. Porque somos hermanos de la misma sangre y tenemos el mismo padre.
Regresaremos cuando estés amenazado. Mas ahora toma a las Tribus Escogidas
y condúcelas al interior de las residencias subterráneas para protegerlas de la
catástrofe que se avecina». Estas fueron sus palabras. Así es cómo hablaron
cuando dijeron adiós. E Ina contempló cómo sus naves los llevaron al cielo con
fuego y con estrépito. Desaparecieron sobre las montañas de Akakor. Solamente
Ina contempló su partida. Pero los Dioses nos dejaron su conocimiento y su
sabiduría. Fueron venerados como sagrados. Fueron un signo para los Padres
Antiguos. E Ina convocó a consejo a los Ancianos del Pueblo y les habló sobre la
última instrucción de los Dioses. Y ordenó un nuevo reconocimiento del tiempo
para conmemorar la partida de los Maestros Antiguos. Ésta es la historia escrita de
los Servidores Escogidos, la Crónica de Akakor.
En la hora cero (10.481 a. de C. según el calendario de los Blancos Bárbaros) los
Dioses dejaron la Tierra. Su partida señala un nuevo capítulo en la historia de mi
pueblo. Pero en ese momento ni siquiera Ina, su más fiel servidor y el primer
príncipe de los Ugha Mongulala, conocía los terribles acontecimientos que iban a
suceder. El Pueblo Escogido estaba afligido por la partida de los Maestros
Antiguos y abrumado por el desaliento.
Únicamente la imagen de los Dioses permaneció en los corazones de los
Servidores Escogidos. Con ojos ardientes miraron hacia el cielo, pero las naves