Page 29 - Brugger Karl Crnica de Akakor
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La primera Gran Catástrofe cambió la vida de mi pueblo y el aspecto del mundo.
Nadie puede imaginarse qué es lo que entonces, trece años después de la partida
de los Maestros Antiguos, ocurrió. La catástrofe fue enorme, y nuestra crónica la
describe con terror.
Los Senadores Escogidos estaban llenos de espanto y de terror. Ya no veían ni el
Sol, ni la Luna, ni las estrellas. La confusión y la oscuridad estallaban por doquier.
Imágenes extrañas pasaban por sobre sus cabezas. La resina goteaba desde el
cielo y, en el crepúsculo, los hombres caminaban desesperados en busca de
comida. Mataron a sus propios hermanos. Olvidaron el testamento de los Dioses.
La era de la sangre había comenzado.
¿Qué ocurrió en aquel momento cuando los Dioses nos abandonaron? ¿Quién fue
el responsable de la catástrofe que arrojó a mi pueblo a las tinieblas durante 6.000
años? Una vez más, nuestros sacerdotes pueden interpretar los devastadores
acontecimientos. Ellos dicen que en el período anterior a la hora cero existía otra
nación de dioses que era hostil a nuestros Maestros Antiguos. Según las imágenes
del Gran Templo del Sol en Akakor. las extrañas criaturas parecían hombres.
Tenían mucho pelo y eran de piel rojiza. Como
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los hombres, tenían cinco dedos en las manos y cinco en los pies; mas de sus
espaldas crecían cabezas de serpientes, de tigres, de halcones y de otros
animales. Dicen nuestros sacerdotes que estos dioses también gobernaban sobre
un enorme imperio y que poseían asimismo conocimientos que los convertían en
superiores a los hombres e iguales a nuestros Maestros Antiguos. Las dos razas
de dioses, que están representadas en las imágenes del Gran Templo del Sol en
Akakor, comenzaron a disputar. Quemaron el mundo con calor solar y trataron de
arrebatarse el poder la una a la otra. Sin embargo, y por primera vez, la
providencia de los Dioses salvó a los Ugha mongulala. Recordando las últimas
palabras de nuestros Maestros Antiguos anunciando la catástrofe, Ina ordenó la
retirada hacia las residencias subterráneas.
Los ancianos del pueblo se reunieron. Obedecieron la orden de Ina. «¿Cómo
podremos protegernos? Los signos están llenos de amenaza», dijeron. «Sigamos
la orden de los Dioses y trasladémonos a los refugios subterráneos. ¿Es que no
son suficientes nuestras ideas para toda una nación? Nadie debe faltar, ni una sola
persona.» Así fue cómo hablaron y así decidieron. Y la multitud se reunió.
Cruzaron las aguas, descendieron por las cañadas y las atravesaron. Llegaron
hasta la meta final, allí donde se cruzan los cuatro caminos en las residencias de
los Maestros Antiguos, protegidas en el interior de las montañas.
Esto es lo que cuenta la Crónica de Akakor Y así fue cómo se cumplieron las
órdenes de Ina. Con confianza en la promesa de los Maestros Antiguos, el pueblo
de los Ugha Mongulala se trasladó a Akakor inferior para protegerse contra la inmi-
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nente catástrofe. Aquí permanecieron hasta que la Tierra se hubo acallado, al igual
que hace un pájaro cuando se oculta detrás de una roca para protegerse de la
tormenta que se acerca. Los Ugha Mongulala se salvaron de la catástrofe porque
confiaron en los Padres Antiguos.
La primera Gran Catástrofe
El año 13 (10.468 a. de C., según el calendario de los Blancos Bárbaros) es un
año trágico en la historia de mi pueblo. Una vez que se hubo retirado a las
residencias subterráneas, la Tierra fue visitada por la mayor catástrofe de la que la
memoria guarda recuerdo. Superó incluso a la segunda Gran Catástrofe. 6.000
años después, cuando las aguas del Gran Río afluyeron corriente arriba. La
primera Gran Catástrofe destruyó el imperio de nuestros Maestros Antiguos y trajo
la muerte a millones de personas.