Page 35 - Degrelle, Leon - Historia de las SS Europeas
P. 35
Ha sido la desgracia de la raza judía el que jamás haya
conseguido convivir con ninguna otra raza. Este es un
fenómeno y un hecho histórico inusual. Cuando uno estudia la
Historia del Pueblo Judío - y digo esto sin ninguna pasión- su
evolución a lo largo de los siglos, uno observa que siempre, en
todas las épocas y en todos los lugares, siempre fueron
odiados. Fueron odiados en el antiguo Egipto, fueron odiados
en la antigua Grecia, fueron odiados
en los tiempos de Roma a tal punto que 3.000 de ellos fueron
deportados a Sardinia. Esa fue la primera deportación de judíos.
Fueron odiados en España, en Francia, en Inglaterra (tuvieron la
entrada prohibida a Inglaterra durante siglos) y en Alemania. El
concienzudo autor judío Lazare escribió un libro muy
interesante sobre el "Antisemitismo" en donde se preguntaba:
"Nosotros los judíos deberíamos hacernos una pregunta: ¿por
qué somos siempre odiados en todas partes?. No es por causa
de nuestros perseguidores, todos de distinto tiempo y lugar. Es
porque hay algo dentro de nosotros que nos hace muy poco
apreciados." Lo que resulta ofensivo es que los judíos siempre
han querido vivir como una clase privilegiada, divinamente
elegida, más allá de todo escrutinio. Esta actitud los ha hecho
antipáticos en todas partes. La raza judía es, por lo tanto, un
caso único. Hitler no tenía ninguna intención de destruirla.
Quería que los judíos hallasen su propia identidad, en su propio
medio ambiente, pero no en detrimento de los demás.
La lucha - si es que podemos llamarla así- del
nacionalsocialismo contra los judíos estaba exclusivamente
limitada a un sólo objetivo: que los judíos abandonaran
Alemania en paz. Estaba planificado el darles un país propio,
fuera de Alemania. Se contempló la posibilidad de Madagascar,
pero el plan fue abandonado cuando los Estados Unidos
entraron en la guerra. Mientras tanto, Hitler pensaba dejar a los
judíos vivir en sus guetos tradicionales. Tendrían sus propias
organizaciones, manejarían sus propios asuntos y vivirían de la
manera que quisiesen vivir. Tenían su propia policía, sus
propios tranvías, su propia bandera, sus propias fábricas las