Page 7 - Degrelle, Leon - Historia de las SS Europeas
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entendimiento.  Solamente  el hecho  de que Hitler  era un  genio
            excepcional   explica   su   supervivencia   a   pasar   de   todas   las
            dificultades.   Tanto   hacia   el   extranjero   como   en   casa,   Hitler
            tenía que doblarse hasta casi romperse tan sólo para demostrar

            su buena voluntad.

            Pero,   a   pesar   de   todos   sus   esfuerzos,   Hitler   gradualmente
            estaba siendo  empujado  hacia un rincón.  El entredicho  entre el
            Ejército  y la SA comenzó  a agudizarse. Su viejo camarada, Ernst

            Roehm,   Jefe  de   la   SA,  quería   seguir   el   ejemplo   de   Stalin   y
            eliminar los altos mandos del Ejército. El forcejeo terminó  con la
            muerte de Roehm, del que en realidad no sabemos si se suicidó

            o   fue   ejecutado,   y   con   la   de   muchos   de   sus   asistentes.   El
            Ejército  juntó  los pedazos consiguiendo  poner a la SA de nuevo
            en su lugar.

            En  este  tiempo,  los  únicos  SS disponibles  por  toda  Alemania

            estaban   en   la   Guardia   personal   del   Canciller   Hitler:   ciento
            ochenta hombres en total.  Eran hombres jóvenes de cualidades
            excepcionales   pero   sin   ningún   papel   político.   Su   función

            consistía en proteger  a la Cancillería y en presentar  armas ante
            los dignatarios visitantes.

            Fue de este minúsculo  grupo  de 180  hombres que, pocos años
            más  tarde,  surgiría  un  Ejército  de  un  millón  de  soldados.  Un

            Ejército  de coraje sin precedentes, extendiendo  su llamado  por
            toda Europa.

            Después de que Hitler  fue forzado  a reconocer  la superioridad
            del Ejército tradicional, comprendió  que los altos mandos nunca

            apoyarían sus revolucionarios proyectos sociales. Era un Ejército
            de aristócratas.

            Hitler,  en cambio,  era un  Hombre  del  Pueblo;  un  hombre  que
            tuvo   éxito   en   barrer   con   la   desocupación   a   un   ritmo   no

            superado  hasta el día de hoy. En dos años le dio  trabajo  a seis
            millones   de   alemanes   desocupados   y   eliminó   una   miseria
            intolerable.   En  cinco   años,   el   trabajador   alemán   duplicó   su

            ingreso,  sin  inflación.  Cientos  de  miles  de  hermosos  hogares
            fueron   construidos   para   los   trabajadores   a   costos   mínimos.
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