Page 116 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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           El fondo de lo arriba expresado se reduce a que entre los
       antiguos qquepucamayos del Inca, así como entre los caciques  y
       demás hombres conocedores de los antiguos anales tahuantinsuyos,
       a quienes interrogó Betanzos, existió una tradición inveterada se-
       gún la cual hubo dos creaciones, esto es dos fundaciones sucesivas
       de cultura, en el Collao, de las cuales fueron herederos, en su
       debida sazón, los Incas fundadores de la civilización cuzqueña.
           Al eclipsarse la primera de ellas, lo cual ha debido ocurrir
       al cabo de las guerras que ensangrentaron el Altiplano, hízose en
       éste, en un sentido figurado, la noche, esto es la noche de la in-
       cultura, hasta el instante, consecutivo a un plazo de confusión  y
       obscurantismo, en que se levantó un nuevo caudillo poderoso, a
       quien la tradición transmitió el nombre colectivo de las divinida-
       des comprendidas en la llamada trimudti andina; el cual reanu-
       dó las tradiciones de la vida civil  y  creó en el cielo anteriormente
       preparado por la primitiva cultura protocollagua el sol, la luna  y
       las estrellas, o en otras palabras: el sabeísmo peruano.
           “Del nombre de la gente  y  del caudillo que tal hicieron
       agrega Betanzos—no conservan recuerdo los indios.”
           Pedro Cieza de León, autor de las célebres Crónicas, tan con-
       sultadas, las cuales escribió entre 1550 y 1570, repitiendo tra-
       diciones recogidas de labios de antiguos qquepucamayos, escribe:
           “Dicen que los indios carecieron de lumbre durante muchos
       días,  y que estando todos puestos en tinieblas  y  obscuridad, salió
       de esta isla de Titicaca el Sol, muy resplandeciente, por lo cual
      fué muy venerado   y  estimado entre ellos.
           ”Y dicen que uno de ellos entró en la laguna de Titicaca
      y que halló en la isla que tiene aquella palude gentes blancas  y
       que tenían barba, de tal manera que las pudo matar.”
           En la segunda parte de sus mencionadas Crónicas, Cieza es
      más explícito  :
           “También relatan—escribe— que en la isla de Titicaca hubo
      en siglos pasados gente blanca  y  con barba.”
           “Y agregan que un capitán llamado Cari (hombre o varón),
      que vino del valle de Coquimbo, alcanzó hasta donde hoy es Chu-
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