Page 184 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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        clán que denominaremos levítico, el cual, si hemos de juzgar por
        lo ocurrido años más tarde en el Cuzco, tratándose de sus clases
        privilegiadas, ha debido tomar para sí las dos terceras partes de
        las rentas del estado, en las cuales estuvieron comprendidos los
        tributos erogados por las colectividades serranas de aquende  el
        Desaguadero,  y  las lupacas de los llanos de Tacna  y  Moquegua.
            La oligarquía aquella ha debido ser a las clases segundonas
        del estado teocrático lo que la clase de los Orejones, al común de
        regnícolas del Tauhantinsuyo.
            Así como la clase privilegiada cuzqueña practicó, en un sen-
        tido de diferenciación aristocrática la deformación de  la oreja
        lo cual dió lugar a que sus individuos se conocieran con el mote
        de “ orejones”, la de Tiahuanaco ha debido practicar la deforma-
        ción del cráneo.
            Mas, ya volveremos sobre este particular.
            La clase privilegiada que actuó en el medio teocrático de Tia-
        huanaco, ha debido ser, de necesidad, intransigente, tratándose
        de ideas que de algún modo se apartasen de las creencias  y  mo-
        dalidades a que debió su existencia.
            Obcecada,  y aun puede que minada por los vicios en que Pedro
       Pizarro, el soldado historiador halló sumidos a los orejones cuz-
       queños al ocurrir la ocupación del Cuzco, aquélla no se dió cuen-
       ta de que en sus dependencias de aquende el Desaguadero pugna-
       ban por manifestarse un nuevo concepto de las atribuciones del
       Estado  y una nueva tendencia religiosa encaminada a la adoración
       del. Sol, “padre” que fué de los aillos lupacas que lo tuvieron por

       supremo tótem .
            Atacada la “ciudad de los Muertos Sentados” por la confe-
       deración  collolupaca, personera  de  aquellas  reivindicaciones,
       muerto sobre las gradas de Puma Punco su mandón pontífice,
       exterminados sus sacerdotes, sojuzgada su población nativa, que-
       dó consumado el gran cisma.
           Hízoles falta a las gentes vencedoras en aquel fiero conflicto
       el sentimiento de la unidad, que por  el pasado había hecho de
       Tiahuanaco una entidad preponderante en nuestro hemisferio.
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