Page 363 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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HISTORIA DE   LA  CIVILIZACIÓN PERUANA        359

          ”Por esto es necesario advertir en ello  especialmente qne esta
                                             ;
      fiesta del Itu la hacen hoy en las danzas del Corpus Christi, ha-
      ciendo la danza de la Llamallama  y  del Huacón,  y  otras conforme
                             ”
      a sus creencias antiguas.

          Que en las fiestas  y  regocijos del antiguo Chinchasuyo, loca-
      lizadas en Nasca  y  la Llallagua o tarasca de que tratamos tuvo
      una cabida preponderante, lo prueba el hecho de que el arte po-
      lícromo  y  genial nasqueño no fue sino una glosa  y  comento de
      ello, por la cerámica, la escultura  y  el tejido.
          En determinadas provincias del Perú  y  Bolivia la danza o
      lidia de la llamallama  y  del huacón denunciada por Polo de On-
      degardo, parece perpetuarse, alejada de sus antiguas modalida-
      des, en las diversiones populares del huacatocori  y  del tinticaballo.
          En la invención del “guacatoccori” (toro que escupe, o bufa)
      un hombre se cobija en el cuero de un toro,  y  embiste a cuanto
      se le pone delante.
          En la del “tinticaballo”, diez o más hombres, metidos en tos-
      cos remedos de caballos enjaezados, imitan una bulliciosa cabal-
      gata, cuyo chiste consiste en atropellar a cuanto ser viviente se
      atraviese en su camino.
          Relaciónase lo de ayer con lo de hoy póngase la tarasca chin-
                                            ;
      chana en parangón con la llamallama de Ondegardo,  y se descu-
      brirá su relación con los bailes sagrados del Itu de las edades in-
      caicas.
          La llamallama, llallagua, o tarasca nasqueña fue, en defini-
      tiva, el “número” de un regocijo popular, desprovisto de mayor
      simbolismo, que es como decir que no fué, ni con mucho, el per-
      sonaje de una mitología determinada.
          Fué un juego; no fué un Dios.
          A juzgar por lo que nos ha transmitido el pincel del artista
      chinchano, fué un informe caparazón vermiforme, armado sobre
      sacuaras, en que se recataban hasta diez mujeres, es de creer que
      pertenecientes a la casta sacerdotal, por ser de índole religiosa
      las ocasiones en que intervino.
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