Page 98 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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          Quien dice mensajero, dice necesariamente hombre veloz en
      la carrera, conocedor de camino, baqueano  y guía
        Puesto que la explicación del episodio representado en el friso
      del arco de Kalasasaya, a falta de otra fuente interpretativa, de-
      pende de un proceso de pensamiento sobre la pauta de lo Kac&dero
      y de lo racional nada ha de impedirnos asignar a los hombres-
      cóndores en él representados, vistos entre dos hileras de caminan-
      tes en plena marcha, el papel arriba expresado de guías, cóndo-
      res corredores, manquileffs, exploradores  y  baqueanos.
          La -horda, que al establecerse en el Altiplano andino  y  dar de
      sí la civilización de que fue portadora, tomó el nombre de proto-
      collagua, emprende el escalamiento del triple sistema de cumbres
      con que se opone a su camino el sistema montañoso de los Andes  :
      circunstancia que sus artistas rememorarán algún día en los mo-
      numentos que les corresponda crear, mediante  el “signo escalo-
      nado”, con el paso ágil  y  resuelto de aquel que tiene la seguridad
      de la meta hacia la cual se encamina, por tenerla los hombres-
      cóndores que la guían, después de previamente reconocerla.
          Las tierras hacia las cuales emigra la horda, tienen dueño;
      están ocupadas por anteriores poseedores,  y  por otra parte, las
      cumbres que las dominan  y  que los hombres-cóndores reconocie-
      ron de antemano, están pobladas de cóndores.
          Nada más hacedero que los que ejecutaron aquella misión de
      reconocimiento adoptasen, para pasar desapercibidos, un disfraz
      y  unos andares que los confundiesen con los mallcos habitadores
      de aquellas mismas cumbres,  y  pasasen a ser mallcos, mancos u
      hombres-cóndores a su vez.
          Los griegos de Agamenón penetraron en Troya, sitiada, me-
      tidos en un caballo.
          Si al friso historiado del arco monolítico tantas veces mencio-
      nado de Kalasasaya, nos empeñamos en aplicar un valor esotéri-
                 sutil  emblemático que nunca pudo caber en cabeza
      co ,  insólito ,  y           ,
      indiana,  el mensaje que  él contiene, de las generaciones preté-
      ritas a las modernas, continuará siendo, como hasta hoy, un ininte-
      ligible enigma.
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