Page 430 - pasaporte a magonia jacques vallee
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         —por   sorprendente—  acotable  con  medidas  y  determinaciones              Como  fácilmente  se  concluye,  en  el  caso  de  las  observaciones
          exactas,  el  investigador  se ve  forzado  a  estudiar  los  ONI  sin tratar   del  Tipo-I  se  excluye  esa  numerosa  pléyade  de  interpretaciones
          directamente  con  el  fenómeno  en  sí,  sino  con  las  descripciones   que  son los  caballos  de batalla  sobre  los  que  se  apoyan  quienes  se
          del  mismo.                                                               esfuerzan  por  no  creer  a  ninguna  costa  algo  sobre  lo  que  resulta
            Esto  es,  el  analista  recibe,  estudia  y  deduce  del  informe  del  ridículo  creer  o  no.  Un  fenómeno  existe  o  no  existe:  ¿creen  uste-
          observador,  quien  ha percibido  el  estímulo,  ya real,  ya  psicológico,  des  en  el  electrón  o en  las  ecuaciones  diferenciales?
          que  ha  provocado  en  él  la  observación  no  identificada.  Así,  noso-  La  evidencia  de  la  realidad  de  cualquiera  de  las  cuatro  hipóte-
          tros  manejamos  y  procesamos  casos  subjetivos  y  no  sucesos  cla-   sis  antes  mencionadas  sobre  la  naturaleza  y  origen  de  los  ONI
          ramente  objetivos,  con  el  desafortunado  error  de  distorsión  que   constituiría,  de  todas  formas,  un  notable  suceso  para  la  sociedad
          ello  supone.  De  otra  parte,  la  existencia  precisamente  de  dicho  científica.  Nosotros  sugerimos  que  el  hombre  de  ciencia use  de  su
          factor  «error»  por  parte  de  los  testigos  aumenta  el  valor  de  cual-  metodología  en  el  examen  crítico  y  evaluación  del  fenómeno  ONI.
          quier  ley,  constante  o  estructura  que  nuestros  análisis  descubren
          dentro  del  global  fenómeno  ONI.  Por  último,  el  estudioso,  al  tra-
         bajar  con  informes  de  manifestaciones  ONI,  puede  tratar  relatos,
          tras  conveniente  clasificación  o  codificación,  que  hablen, por  ejem-
         plo,  de  «un  objeto  metálico  posado  en  tierra,  junto  al  que  se  en-
          contraban  dos  formas  humanoides  y  que  despegó  hacia  el  cielo  ve-
         lozmente»,  sin  que  ello  signifique  repugna  alguna  para  la  mente
          del  investigador,  ni  que  nuestro  criterio  apoye  dicha  afirmación.
            El  motivo  de  dedicar  un  ensayo  más  al  problema  de  los  ate-
         rrizajes  de  ONI  es  bien  simple.  Los  aterrizajes  nos  muestran  al
         fenómeno  bajo  escrutinio  (3)  en  su  aspecto  más  crítico  e  intere-
         sante,  ya  que  ante  un  caso  serio  y  documentado  de  esta  categoría
         las  «explicaciones»  que  forman  el  espectro  de  las  posibles  hipóte-
         sis  quedan  reducidas  a  un  mínimo,  a  saber:
            a)  Fenómenos  naturales  no bien  conocidos  aún  como  plasmas,
         «ball  lightning»  o  rayos  en  bola,  etc.,  pero  esta  teoría  sólo  podría
         aplicarse  a una  muy pequeña  parte  de nuestro  catálogo  de  100  ate-
         rrizajes  en  la  Península  Ibérica:  aquellos  casos  únicamente  en
         que  el  fenómeno  reportado  tuviese  una  apariencia  inmaterial
         (fuerte  luminosidad  sin  ningún  soporte  físico,  masa  en  movimiento
         sin  bordes  definidos,  etc.).
            b)  El  «objeto»  avistado  fue fruto  de una aberración mental por
         parte  del  sujeto  observador.  Histerias  y  contagio  de  masas,  etc.
            c)  Un  vehículo  material,  un  ingenio  increíble  y  nada  conven-
         cional  tomó  tierra  frente  a  la  sorprendida  o  asustada  expresión
         del  testigo.
            d)  La  hipótesis  MAGONIA,  por  la  que  los  ONI  podrían  ser
         reales  pero  no  «extraterrestres»  de  origen:  una  hipótesis  cuyas
         implicaciones  son  quizá  más  vacilantes  que  las  de  cualquier  otra,
         pero  para  la  cual  nuestra  ciencia  actual  no  tiene  aún  un  vocabu-
         lario  adecuado.


           (3)  Los  aterrizajes,  según  clasificación  de  Jacques  Valles,  se  denominan  ob-
         servaciones  del  Tipo-I.
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