Page 182 - Cómo no escribir una novela
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SEXTA PARTE

                  EFECTOS ESPECIALES Y ENFOQUES


             NOVEDOSOS. NO LO INTENTES EN CASA




                «¿Que cómo me lo hice para ser el protagonista? ¡Fácil! Me follé al autor.»








          Llegados  a  este  punto  algunos  pueden  creer  que  les  hemos  desalentado
          innecesariamente y en exceso. Esperamos que entiendas que el verdadero amor exige

          pasar  ciertas  pruebas.  Si  hemos  sido  duros  contigo  ha  sido  para  animarte  a  escribir
          mejor tu novela, haciéndote consciente de la difícil tarea que supone escribir un libro.
               Pero  ahora  llegamos  a  ese  apartado  donde  hacerlo  «lo  mejor  posible»  no  basta.

          Vamos a abordar unas escenas tan erizadas de peligros que sería una irresponsabilidad
          por nuestra parte no advertírtelo sin rodeos ahora para lamentarlo después.
               Cuando se trata de sexo, chistes y dárselas de posmoderno, los temas que ahora

          vamos a analizar, debemos hacer hincapié en que si hay algo que no se te da bien, no lo
          hagas. Déjalo estar y escribe otra cosa, porque, sinceramente, una escena de sexo mal
          escrita o una broma sin gracia es peor que la ausencia de bromas o sexo. Igualmente,

          debemos advertirte que las estrategias de los posmodernos tratadas de forma poco hábil
          son la forma más fácil de quedar como el culo.
               Ofrecerle  al  lector  una  escena  de  sexo  que  sólo  esté  bien  a  medias  es  como

          regalarle a una chica medio gato. Regalar medio gato no es regalar algo medio mono.
          Lo mono es el gato entero. Lo contrario te hará quedar pero que muy mal. Una escena
          sexual  que  sólo  esté  medio  bien  no  será  medio  interesante,  de  hecho  esa  escena  se

          apuntará en el debe del autor y conspirará contra todas las otras páginas que la rodean.
               Un chiste fallido no es únicamente un chiste con el que el lector no se ríe. Es una
          pérdida de tu credibilidad como autor, pues desanima al lector a reírse de tu siguiente

          chiste, y con cada nuevo chiste fallido, es menos probable que aguante hasta ese chiste
          del capítulo 11 que es tan bueno.

               Ir  de  posmoderno  y  fracasar  en  el  intento  no  es  ser  medio  brillante,  medio
          ocurrente, medio genial, es dar la impresión de que el empuje del autor se ha desinflado
          y borrado del mapa —como esos dibujos que hacen los niños en sus pizarras mágicas,
          que basta con agitarlas para que lo dibujado desaparezca—, y que, para compensarlo,

          el autor ha mezclado al azar trozos de otras novelas, cartas y tablas de gimnasia.
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