Page 179 - Cómo no escribir una novela
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con las del lector
Antes de salir de casa hice mis habituales ejercicios, añadiendo varias series
de musculación de nalgas e ingles. Después de limpiar las máquinas me
encaminé hacia la comisaría, lleno de confianza en mí mismo y embriagado
por la jamara energía que los ejercicios habían liberado en mi casa, que
había escogido por sus propiedades geománticas.
En la esquina de la 88 con Broadway una mujer se quedó pasmada
cuando pasé a su lado, estupefacta por el poderío que irradiaba mi
presencia. Para mi sorpresa, resultó ser una de los Elegidos. Clavando en mí
sus ojos de color violeta y avellana ordenó:
—¡Señor de los Increíbles Ochenta, tumbaos!
Entonces supe que no dedicaría la siguiente hora a solucionar el
asesinato de Kapolski como había planeado, sino a insuflar mi jamara
energía a aquella maciza Elegida mediante la penetración de Heinlein.
La vida tiene muchos caminos. A veces el camino que hemos elegido nos lleva lejos,
muy lejos del camino más transitado. Y eso es bueno, ¿qué sería de nosotros si todos
estuviéramos de acuerdo? Sin embargo, en una novela destinada al gran público es
aconsejable detenerse un momento y considerar si la mayoría de los lectores
compartirán nuestras ideas sobre el mundo.
Sí, seguramente la palabra «jamara» algún día estará en boca de todos. Pero la
forma de acelerar que ese día llegue no es escribir como si ese día ya hubiera llegado.
Si no sigues las opiniones más extendidas es recomendable que utilices un enfoque más
sutil para persuadir a tus lectores.
A veces es sólo una idea la que desentona:
Obsession, by Calvin Klein (Ése es
judío, ¿verdad?)
Cuando el autor no se da cuenta de que
expone su monomanía
—¿Por qué no me llamas alguna vez? Podríamos comer juntos —dijo la
chica con una sonrisa tímida y coqueta. Ella empezó a apuntar su número de
teléfono en un posavasos de papel.