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Sentido Común
El estrés ajeno podría modificar
nuestro cerebro
Es un hecho conocido que el estrés provoca cambios en los circuitos y sinapsis
neuronales de nuestro cerebro. Además, los estados de ansiedad pueden
trasmitirse a aquellas personas que nos rodean. Pero, ¿este nervosismo inducido
modifica también su cerebro?
Con el objeto de resolver esta cuestión, Jaideep Bains y su equipo, de la
Universidad de Calgary, estudiaron los efectos del estrés en parejas de ratones
del mismo sexo. Uno de los roedores recibió una leve descarga eléctrica en las
extremidades posteriores, mientras que el otro permaneció en la jaula. Tras
juntarlos de nuevo, los niveles sanguíneos de corticosterona, una hormona
implicada en la respuesta ante un episodio de ansiedad, aumentaron en ambos
animales. Además, la actividad de las neuronas del núcleo paraventricular del
hipotálamo también se alteró, de forma idéntica, en los dos ratones. Estas
células neuronales secretan la hormona liberadora de corticotropina, o CRH,
sustancia que participa en la producción de corticosterona.
Mediante optogenética, Bains y sus
colaboradores demostraron que el
silenciamiento de las neuronas
hipotalámicas no solo anula la
respuesta al estrés, sino que también
previene su trasmisión entre los
roedores.
Asimismo, el equipo descubrió que
la ansiedad se propagaría por
medio de señales químicas, o feromonas, liberadas tras la activación de las
neuronas CRH. El animal no alterado olería estas sustancias de alarma
secretadas por su nervioso compañero. Ello estimularía una respuesta fisiológica
en su cerebro, aun sin experimentar de forma directa el estímulo estresante.
Curiosamente, este roedor sería capaz de transmitir dicha tensión a un tercer, y
tranquilo, ratón. Este resultado sugiere que las señales de estrés podrían
desempeñar un importante papel en las interacciones entre individuos de un
mismo grupo.
De hecho, las relaciones sociales revertirían los cambios inducidos por la
ansiedad en las redes neuronales. Sin embargo, dicha normalización se observó
solo entre hembras. En conclusión, los resultados del estudio, publicado en la
revista Nature Neuroscience, sugieren que el cerebro de las personas que
reconfortan a otras, afligidas o estresadas, experimentaría los mismos cambios
neuronales que el de estas.
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