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víctimas" aumentaría las "Secuelas de la tormenta asesina". Fue, en realidad, "La
                peor tempestad en la historia de Maine". Todos esos titulares, por terribles que
                fueran, resultaban útiles porque ayudaban a amortiguar el carácter esencialmente
                extraño de lo ocurrido. Quizá la palabra "extraño" sea demasiado suave.
                "Demencial" sería mejor. Al verse por televisión, las cosas parecerían más
                concretas, menos demenciales. Pero en las horas previas a la llegada de la
                prensa sólo estaban allí los habitantes de Derry, que caminaban por las calles
                sembradas de escombros, resbaladizas, con cara aturdida e incrédula. Sólo los
                habitantes de Derry, que casi no hablaban, que caminaban mirándolo todo,
                recogiendo ocasionalmente algo para examinarlo tratando de comprender qué
                había pasado durante las siete u ocho últimas horas. Algunos hombres, de pie en
                Kansas Street, fumaban contemplando las casas que yacían invertidas en Los
                Barrens. Otros hombres y mujeres permanecían detrás de las vallas metálicas,
                observando el agujero negro que había sido el centro de la ciudad hasta las diez
                de esa mañana. Ese domingo, los titulares del periódico anunciaban:
                "Reconstruiremos, asegura el alcalde de Derry". Y tal vez así fuera. Pero en las
                semanas siguientes, mientras los concejales discutían por dónde iniciar la
                reconstrucción, el inmenso cráter que había sido el centro continuaba creciendo
                de un modo nada espectacular pero incesante. Cuatro días después de la
                tormenta, el edificio de la Hidroeléctrica de Bangor se hundió en el agujero.
                Pasados tres días más, el local donde se vendían las mejores salchichas de Maine
                se derrumbó. Los desagües se desbordaban periódicamente en casas, edificios de
                apartamentos y locales comerciales. En Old Cape las cosas llegaron a tal punto
                que sus habitantes empezaron a abandonar el lugar. El 10 de junio se efectuó la
                primera carrera de caballos en el parque Bassey. La primera salida estaba fijada
                para las ocho, y eso pareció alegrar a todos. Pero una sección de gradas se
                derrumbó en cuanto los caballos tomaron la recta y hubo seis heridos. Uno de
                ellos fue Foxy Foxworth, gerente del Aladdin hasta 1973. Foxy pasó dos semanas
                en el hospital, con una pierna fracturada y un testículo perforado. Cuando lo dieron
                de alta, decidió ir a casa de su hermana, que vivía en Somersworth, Nueva
                Hampshire.
                   No era el único. Derry se estaba desmembrando.



                   8.

                   Observaron al enfermero que cerraba las puertas traseras de la ambulancia.
                Luego, el vehículo inició el ascenso de la colina, rumbo al Hospital Municipal de
                Derry. Richie había detenido a la ambulancia arriesgando su vida y su integridad
                física; tras una ardua discusión, logró que el iracundo conductor, quien insistía en
                que no había más lugar en el vehículo, aceptara tender a Audra en el suelo.
                   --¿Y ahora? -preguntó Ben. Tenía círculos oscuros alrededor de los ojos y un
                aro de mugre en torno al cuello.
                   --Yo v-v-voy al Town House -dijo Bill-. Q-quiero dormir di-dieciséis horas.
                   --Apoyo la moción -manifestó Richie, mirando a Bev con aire esperanzado-.
                ¿Tiene cigarrillos, señorita?
                   --No -dijo Beverly. Creo que voy a abandonar otra vez el vicio.
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