Page 174 - La sangre manda
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está segura. Vería la sombra aunque lo tuviera cubierto por una base de
maquillaje y polvos.
Ya no piensa en The Good Place.
El informe inicial de Ondowsky desde el lugar de la explosión no aparece
en la página web de WPEN, pero sí en la de NBC News. Entra y una vez más
separa los dedos y amplía la imagen hasta que la boca de Chet Ondowsky
llena la pantalla. Y resulta que eso no es un lunar. ¿Es suciedad? No lo cree.
Cree que es vello. Una zona sin afeitar, quizá.
O quizá otra cosa.
Quizá los restos de un bigote postizo.
Ya no piensa tampoco en ir temprano a la oficina para poder escuchar los
mensajes del contestador y ocuparse de un poco de papeleo tranquilo antes de
que llegue Pete. Se pone en pie y recorre la cocina dos veces. El corazón le
palpita con fuerza. Lo que está pensando no puede ser verdad, es una
estupidez absoluta, pero ¿y si es verdad?
Introduce en Google explosión escuela de secundaria Macready y
encuentra la foto fija del repartidor/autor del atentado. Utiliza los dedos para
aumentar la imagen y centrarla en el bigote de ese individuo. Piensa en esos
casos que salen de vez en cuando en la prensa en que un pirómano en serie
resulta ser un bombero, profesional o voluntario. Incluso había un libro sobre
el tema basado en delitos reales, Fire Lover, de Joseph Wambaugh. Lo leyó
cuando iba al instituto. Es algo así como el puñetero síndrome de
Munchausen por poderes.
Demasiado monstruoso. Imposible.
Pero Holly no puede por menos de preguntarse por primera vez cómo
llegó Chet Ondowsky tan pronto al lugar de la explosión, adelantándose a
todos los demás periodistas…, en fin, no sabe cuánto tiempo antes llegó, pero
fue el primero en llegar allí. Eso lo sabe.
Pero, un momento, ¿de verdad lo sabe? Aunque no vio a ningún otro
periodista dar la noticia durante ese primer informativo, ¿puede estar segura
de que no había ninguno?
Revuelve en su bolso y encuentra el móvil. Desde el caso que
compartieron Ralph Anderson y ella —el que acabó en un tiroteo en el
Agujero de Marysville—, Ralph y ella han hablado con frecuencia, y por lo
general a primera hora de la mañana. A veces la llama él; a veces es ella quien
se pone en contacto. Deja el dedo suspendido sobre su número de teléfono,
pero no lo pulsa. Ralph está de vacaciones con su mujer y su hijo. Y aunque
no estuviera durmiendo a las siete de la mañana, ese es su tiempo en
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