Page 175 - La sangre manda
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compañía de su familia. Tiempo en familia a modo de bonificación. ¿Quiere
molestarlo por tan poca cosa?
Tal vez pueda aclararlo ella misma con ayuda de su ordenador. Para
quedarse tranquila. Al fin y al cabo, aprendió del mejor.
Holly va a su escritorio, recupera el retrato del repartidor/ autor del
atentado, y lo imprime. A continuación, elige varios primeros planos de Chet
Ondowsky —es corresponsal de televisión, así que hay muchos— y los
imprime también. Se los lleva todos a la cocina, donde la luz de la mañana es
más intensa. Los dispone en forma de cuadrado, la foto del autor del atentado
en el centro, las tomas de Ondowsky alrededor. Se inclina y los estudia
detenidamente durante un minuto. Luego cierra los ojos, cuenta hasta treinta,
y los estudia de nuevo. Deja escapar un suspiro en el que hay algo de
decepción y exasperación, pero sobre todo de alivio.
Recuerda una conversación que mantuvo una vez con Bill, uno o dos
meses antes de que el cáncer de páncreas pusiera fin a la vida de su socio
expolicía. Ella le preguntó si leía novela negra, y Bill contestó que solo las
historias de Harry Bosch, de Michael Connelly, y las novelas del distrito 87,
de Ed McBain. Afirmó que esos libros se basaban en auténtico trabajo
policial. La mayoría de los otros eran «chorradas a lo Agatha Christie».
Le dijo una cosa sobre los libros del distrito 87 que se le quedó grabada.
«Según McBain, solo existen dos tipos de rostros humanos, las caras de cerdo
y las caras de zorro. Yo añadiría que a veces se ve a un hombre o una mujer
con cara de caballo, pero eso es poco común. En su mayoría, sí, son cerdos y
zorros».
Holly encuentra útil ese criterio mientras estudia los retratos colocados en
la mesa de la cocina. Los dos hombres son presentables (no romperían un
espejo, como habría dicho su madre), pero de maneras distintas. El
repartidor/autor del atentado —Holly decide llamarlo George, por pura
comodidad— tiene cara de zorro: bastante estrecha, labios finos, mentón
pequeño y tenso. La estrechez del rostro se ve realzada por el modo en que se
le eriza el cabello negro en las sienes y por el hecho de que lo lleva corto y
peinado contra el cráneo. Ondowsky, en cambio, tiene cara de cerdo. No es
que sea de facciones toscas, pero s í es más redonda que estrecha. Su cabello
es de color castaño claro. La nariz es más ancha; los labios, más carnosos.
Chet Ondowsky tiene los ojos redondos, y si usa algún tipo de lente
correctora, son lentillas. Los ojos de George (lo que puede ver de ellos detrás
de las gafas) parecen oblicuos en las comisuras. También el tono de la tez es
distinto. Ondowsky es el típico hombre blanco de libro de texto, es probable
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