Page 121 - En nombre del amor
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NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
De un salto, Moby se montó en la barca, moviendo la cola alegremente. Travis lo siguió. Unos minutos más tarde, navegaban por el río, siguiendo la estela que les marcaba la dirección correcta. Al pasar por delante de la casa de Gabby, echó una mirada furtiva hacia las ventanas, pensando de nuevo en la cena y preguntándose qué iba a suceder. Se dio cuenta de que, por primera vez en toda su experiencia con chicas, estaba nervioso ante la idea de cometer algún error.
Gabby condujo hasta el supermercado que había cerca de su casa y entró en el aparcamiento. Los domingos siempre estaba abarrotado de coches y no le quedó más remedio que estacionar en la esquina más alejada, por lo que se preguntó por qué había decidido ir en coche en lugar de a pie.
Se colgó el bolso en el hombro, salió del coche, buscó un carrito y entró en la tienda.
Al salir de su casa había visto que Travis estaba cortando el césped, pero había fingido no verlo porque tenía la necesidad de sentirse en pleno control de los sentimientos que la abordaban. El mundo apacible y ordenado que había creado se había desmoronado y necesitaba desesperadamente más tiempo para recuperar su integridad.
Gabby se dirigió a la sección de verduras y cogió unos puñados de judías verdes y diversas hortalizas para preparar una ensalada. Avanzando rápidamente por el pasillo, cogió una caja de pasta y una bolsa de picatostes, luego se encaminó hacia el fondo del supermercado.
Sabía que a Travis le gustaba el pollo, por lo que puso una bandeja de pechugas en el carrito y luego pensó que una botella de Chardonnay sería adecuada. No estaba segura de si a Travis le gustaba el vino —no sabía por qué, pero lo dudaba—, pero a ella le apetecía y echó un vistazo a la limitada sección en busca de algún vino que reconociera. Había dos del valle de Napa, pero escogió uno de Australia, tras pensar que le daría un toque un poco más exótico a la cena.
Las filas en las cajas registradoras eran largas y se movían lentamente, pero por fin consiguió pagar y regresar al coche. Al echar un vistazo por el espejo retrovisor, se vio a sí misma reflejada y se quedó quieta un momento, observándose como si lo estuviera haciendo a través de los ojos de otra persona.
¿Cuánto tiempo hacía desde que alguien que no fuera Kevin la había besado? Por más que intentaba olvidar el incidente, no podía evitarlo, y lo volvía a revivir una y otra vez, como un secreto prohibido.
Se sentía atraída por Travis; no podía negarlo. Y no sólo porque fuera atractivo y porque la hiciera sentir de nuevo una mujer deseable; era más bien por la exuberancia natural que desprendía y transmitía, hasta el punto de conseguir que se sintiera totalmente cómoda con esa actitud, como si ella también fuera de ese modo. El hecho de que él hubiera vivido una vida tan diferente a la suya y, sin embargo, que se comprendieran y compenetraran tan bien, otorgaba a aquella relación una familiaridad que contradecía el corto periodo de tiempo que había pasado desde que se conocían. Nunca antes había conocido a nadie como él. La mayoría de la gente —por ejemplo sus compañeros en la universidad— parecía vivir la vida como si se marcara unos objetivos y una vez conseguidos los fuera tachando de una lista. Estudiar mucho, conseguir un trabajo, casarse, comprar una casa, tener niños... Y hasta aquel fin de semana, se daba cuenta de que ella no era diferente. En cierto modo, comparado con las decisiones que Travis había tomado y los lugares que había visitado, su vida parecía... banal.
Escaneado por PRETENDER – Corregido por Isabel Luna Página 121


































































































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