Page 33 - En nombre del amor
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NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
Terri señaló hacia una salita amueblada con una mesa metálica y una silla de plástico, y le entregó el cuestionario a Gabby.
—Sólo tiene que rellenar esta hoja. Mientras tanto, le diré al veterinario que ya está aquí.
Terri se marchó y Gabby se sentó, satisfecha, aunque rápidamente esbozó una mueca de dolor al notar que se le tensaban los músculos de las piernas. Respiró hondo varias veces seguidas y esperó a que cesara el dolor; acto seguido, rellenó el cuestionario mientras Molly se paseaba por la sala.
No había transcurrido ni un minuto cuando la puerta se abrió. Lo primero que Gabby vio fue la bata blanca; un instante más tarde, se fijó en el nombre bordado en letras azules. Gabby se disponía a hablar, pero el repentino reconocimiento de aquella cara se lo impidió.
—Hola, Gabby —la saludó Travis—. ¿Cómo estás?
Gabby continuó mirándolo con la mandíbula desencajada, preguntándose qué diantre hacía su vecino allí. Estaba a punto de soltar un comentario desagradable cuando se dio cuenta de que sus ojos eran azules.
«¡Qué extraño! Juraría que eran marrones», pensó.
—Supongo que ésta es Molly —dijo él, interrumpiendo sus pensamientos—. Hola, bonita. —La acarició y le frotó el cuello—. Te gusta, ¿eh? ¿Sabes que eres muy guapa? ¿Cómo estás, bonita?
El sonido de su voz transportó a Gabby de nuevo al tenso encuentro varias noches antes.
—¿Tú eres..., eres el... veterinario? —tartamudeó.
Travis asintió mientras continuaba rascándole el lomo a Molly cariñosamente.
—Sí, junto con mi padre. Él abrió esta consulta, y yo empecé a trabajar con él cuando acabé mis estudios en la universidad.
No podía ser. De toda la gente de aquella localidad, tenía que ser él. ¿Cómo era posible que Gabby no pudiera tener un día normal, sin complicaciones?
—¿Por qué no dijiste nada la otra noche?
—Sí que lo hice. Te recomendé que la llevaras al veterinario, ¿recuerdas?
Ella achicó los ojos como un par de rendijas. Ese tipo parecía disfrutar exasperándola.
—Ya sabes a qué me refiero.
Él levantó la vista.
—¿Te refieres al hecho de que yo sea el veterinario? Intenté decírtelo, pero no me dejaste. —Pues deberías haber insistido.
—No creo que estuvieras de humor para escucharme. Pero eso es ya agua pasada. No estoy ofendido. —Sonrió—. Y ahora deja que examine a esta señorita, ¿de acuerdo? Sé que has de volver a la consulta, así que intentaré ir lo más rápido posible.
Gabby podía notar que la rabia se apoderaba de ella ante la impasibilidad de su interlocutor. Así que... «No estoy ofendido», ¿eh? Por unos instantes pensó en levantarse y abandonar inmediatamente la sala. Lamentablemente, Travis ya había empezado a palparle el vientre a Molly. Además, aunque se propusiera levantarse rápidamente no podría, puesto que en esos precisos momentos sus piernas parecían haberse declarado en huelga. Muerta de dolor por las agujetas, decidió cruzarse de brazos; al hacerlo notó algo parecido al filo de un cuchillo clavándosele en la
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