Page 126 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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          y la alucinación habían sido el adiós y que nunca más volvería a
          besarla ni abrazarla. La carta que tenía aún en mis manos cayó al
          suelo y la levanté para guardarla como un recuerdo. Miré el atar-
          decer en la Ciudad de los Anillos, el cielo azul por donde Alejandra
          se marchó a Nueva York. En la más absoluta soledad comprendí
          que Alejandra me amaba y que tal vez volveríamos a encontrarnos
          por un corto tiempo, el día que me maten”.
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