Page 286 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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276                                La trágica noche de Santacruz



          La primera vez que intentaron asesinar a Euclides Santacruz, fue la
          tarde del 10 de marzo de 1997, fue la peor acción criminal planifi-
          cada. La premura por llevar adelante el atentado hizo olvidar muchos
          detalles al capitán Bordenave; arriesgó todo y le salió el tiro por la
          culata. Desde temprano una camioneta Ford Ranger estuvo estacio-
          nada en una de las aceras de la plazuela Humboldt, a bordo del vehí-
          culo dos hombres dialogaban y fumaban cigarrillos. Los dos hombres
          no quitaban la mirada a “El Rascacielo” cruceño, especialmente a la
          segunda planta,  donde estaba la sede de Arenal, personas que entra-
          ban y salían ajenas al peligro, nadie sospechaba que habría un aten-
          tado, era una tarde calurosa típica de marzo.

          Por la avenida Charcas cruzan decenas de vehículos de todo tipo,
          unos se dirigen a la avenida Santa Cruz y otros a la avenida Argo-
          mosa.  Como dije, nadie se percató de la presencia de la camioneta.
          El capitán Bordenave fuma ansioso, quienes orquestaron el magni-
          cidio querían saber hasta dónde llegaban las oscuras intenciones de
          Capablanca, es decir quieren ver acción, resultados. El capitán Bor-
          denave recuerda el asesinato del dictador dominicano Rafael Leóni-
          das Trujillo Molina cuando un grupo de militares enemigos del
          régimen tomaron la fría decisión de asesinarlo, prepararon el complot
          y el crimen. Y así como él y “el Matador”, estaban aquella vez en
          Ciudad Trujillo: Salvador Estrella Sadhalá, Antonio de la Maza,
          Amadito García Guerrero, Pedro Livio Cedeño y Huáscar Tejeda.
          Esperaron horas y horas también a bordo de un vehículo para matar
          al Benefactor en una avenida en Ciudad Trujillo. Y lo mataron.

          En esa tarde calurosa el capitán Bordenave fuma y recuerda su tra-
          bajo en otras ciudades, los recuerdos han ido borrándose de su mente.
          Junto al capitán Bordenave estaba un matón a sueldo que en el mundo
          del hampa se lo conocía como “el Matador”, lo contrató Carbonero
          Del Monte. Fue contratado para un trabajo rápido sin entrar en deta-
          lles, ese fue un grave error, porque en realidad “el Matador” era ape-
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