Page 289 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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La trágica noche de Santacruz                           279



            como si ya le hubieran disparado en el estómago, vio la muerte en
            un instante, supo lo que siente cuando alguien sabe que va a morir,
            pues sus extremidades superiores e inferiores se enfriaron, su
            cuerpo tembló en forma extraña, estuvo a punto de desmayarse
            porque sintió fuertes mareos y el corazón por un instante pareció
            paralizarse. Sudó frío, vio que la avenida se estrechaba, una fatiga
            se apoderó de su cuerpo, sintió y vio que viajaba a lugares remotos
            y desconocidos por un túnel oscuro y sin salida. Recordó en lo que
            él creía que era el último instante de su vida, la tarde cuando su
            padre le dijo la frase clave, ellos pescaban en el río Paraguá,  “el
            hombre es el arquitecto de su propio destino”, recuerda por un ins-
            tante que era una tarde serena, como todas las tardes en “El Paraíso
            Escondido”.

            Después advirtió que su mente se preparaba para un viaje largo, eterno,
            estaba otra vez frente a la muerte. La felicidad de recordar su adoles-
            cencia en el Bajo Paraguá en un mundo verdadero y feliz, le trajo la es-
            peranza de que saldría con vida, que seguiría soñando con Alejandra,
            que el tortuoso camino de su vida política tendría un final feliz, se sintió
            lúcido, feliz en un momento. “En el semáforo de la avenida Mutualista
            me matarán”. “Ahí me matarán”. Piensa, “tengo ese presentimiento, no
            lograré abrazar otra vez a Fátima Campos, qué triste es todo, lo triste es
            que quieren matarme para cerrarme el paso, todos tenemos derechos”,
            se dijo a sí mismo.

            El capitán Bordenave le da un ultimátum a “el Matador”: “Ahora
            bájate y los acribillas, es tu última oportunidad”.

            Luego sucedió algo que dejó frío a los curiosos del lugar, el hom-
            bre de la ametralladora IWI se baja y enfrenta a su víctima y dis-
            para y no da en el blanco, es torpe con el manejo de la
            ametralladora automática, aprieta el gatillo y otra vez y los dispa-
            ros se elevan al cielo.
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