Page 298 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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          las señales de tránsito. Antes de llegar al tercer anillo, Mata Hari viró
          a la derecha por las calles Las Piñas y viró a la izquierda hasta salir
          al tercer anillo y siguió su ruta por hasta la avenida Beni, viró a la
          derecha por esa ruta hasta el cuarto anillo. Antes de llegar al cuarto
          anillo viró a la derecha y se internó por la calle Las Barreras hasta
          la calle río Cuñucu y regresó a la avenida Beni, siguió por esta vía
          y continuó por el cuarto anillo hasta la rotonda de la avenida Ale-
          mana. Estaba claro que Simone Candau intentaba despistar a Bai-
          lón Reilón y perderse en los vericuetos de calles y calles donde
          todas parecían iguales.

          Había comenzado una despiadada persecución que terminó en una
          masacre. En ese instante, Dominique Fontaine se dio cuenta que un
          tercer vehículo estaba en la escena del terror, era un Jepp Willys color
          amarillo donde estaban a bordo tres matones a sueldo contratados
          por “Barbarroja” esa noche en “El Edén del placer” para protegerla
          a ella. Pero ella no se dio cuenta.

          -Acelera Petacudo –le gritó Nicolazón Guerrero Paz- tenemos poco
          tiempo para aniquilar al candidato. Antes de llegar al cruce de la ave-
          nida 2 de Agosto ya Euclides Santacruz debe ser eliminado.
          Allí mismo comenzó la balacera, Reilón se dio cuenta que otra mo-
          vilidad que los perseguía intentó rebasarlos, Nicolacito disparó una
          ráfaga de ametralladora, Pulgarcito se las sabía todas y apuntó al ros-
          tro del chofer con su .44 Mágnum y le voló los sesos y luego mató a
          los otros dos. El vehículo zigzagueó, primero, y perdió el equilibrio,
          dio dos vueltas de campana y fue a parar al canal y los tres fascine-
          rosos quedaron fuera de combate. Nicolás, Nicolacito y Nicolazón
          se llevaron cientos de secretos de sus fechorías a la tumba.  Y las
          deudas, por supuesto.

          Simone Candau vio la escena por el espejo retrovisor y pensó
          que había estado siendo perseguida por otros tres hombres peli-
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