Page 43 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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La trágica noche de Santacruz                             33



            didata a la vice presidencia por Arenal. En un gigante cartel se leía a
            los lejos: “Fátima, todos estamos contigo”, “Viva Arenal”, “Euclides
            sigue adelante, te queremos”. La ciudad que la vio crecer y luchar le
            daba un gran respaldo en los días claves.

            En un instante no precisado, apareció entre la multitud un hombre
            que lucía saco negro y polera blanca, al que él lo identificó rápida-
            mente. El hombre desenfundó su revólver y le disparó a quemarropa,
            la bala le quemó los intestinos a Euclides Santacruz, mientras Pul-
            garcito intentó reducir al criminal. Y quedó grabado en su memoria
            el rostro de un hombre que lucía un saco negro y una polera blanca,
            que estaba entre la multitud. Trasladaron al herido a la velocidad de
            un rayo a una clínica de la Pampa de la Isla y la noticia corrió como
            reguero de pólvora.  Cruceña de Televisión interrumpió su progra-
            mación matinal y tituló: “Urgente, fue asesinado el candidato presi-
            dencial de Arenal”, otro canal tituló en la pantalla: “Asesinado a tiros
            el candidato Euclides Santacruz Piérola”. La campaña electoral co-
            braba fuerza y violencia en la Ciudad de los Anillos; el candidato
            presidencial de Arenal, hasta esa fecha encabezaba, según algunas
            encuestas, la preferencia del electorado en cuatro departamentos y
            se perfilaba como futuro primer mandatario. Fátima Campos entraba
            de lleno en la contienda electoral.

             Era la primera vez en la historia del Oriente boliviano, pero en un
            sueño,  que sucedía un atentado de esta magnitud, precisamente en
            la capital oriental. Alguien dijo que esa mañana acompañaban al
            hombre que disparó dos personas: “el Valiente”, que en realidad se
            llamaba Floripondio Carbonero del Monte quien estaba junto “Juan
            Sin Miedo”, que en realidad se llamaba Gastón Durango Cunanchiro.
            Siempre estaban juntos, les decían en la capital cruceña “juntos son
            dinamita”, les decían también que “parecían uña y mugre”. Lo que
            no se sabía hasta esos tiempos era la verdadera identidad de Leoluca
            Primitivo Nerón, hombre violento y despiadado al que se lo conocía
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