Page 40 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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30                                 La trágica noche de Santacruz


          Tres días después de lo ocurrido con la psicóloga Obregón y los sue-
          ños de episodios en la iglesia La Merced y en la plaza de armas cru-
          ceña, el candidato presidencial por Arenal despertó desmoralizado,
          desalentado y deprimido. Tuvo un mal sueño, presentía un fatal de-
          senlace que lo dejaría fuera de combate de la contienda electoral,
          para las elecciones presidenciales. Pero aquella vez, su pesimismo
          había llegado más allá de lo esperado, más allá de todo cálculo y de
          las posibilidades de sobrevivir. Estaba atacado por el neuroticismo.
          Esto ocurrió cuando los partidos  políticos que pugnarán por la pre-
          sidencia en Bolivia entraron de lleno en una despiadada campaña
          electoral con sus propuestas presidenciales, el objetivo es captar
          votos cueste lo que cueste.

          En los últimos tiempos mediante llamadas anónimas, las amenazas
          de muerte fueron a diario. “Te vamos a matar”, “renuncia a tu candi-
          datura carajo”, “ya no tienes nada que perder, tu amor Alejandra se
          fue y nunca volverá”, “incomodas a muchos poderosos”, “te habla
          el capitán Bordenave y yo no amenazo en vano, te voy a matar”, “tú,
          ya me conoces, pero no te digo dónde nos vimos una sola vez” y otras
          frases ofensivas y que él quería olvidarlas. Euclides se dio cuenta
          que todas esas palabras le alteraban su conducta, se transformaba en
          un hombre muchas veces  impulsivo, o al contrario, se deprimía. Eu-
          clides, “Eu” como lo llamaban sus más cercanos amigos, no sabía
          que estaba en marcha una conspiración para aniquilarlo.

          Dos veces salvó la vida milagrosamente, en dos atentados.

          Euclides, ajeno a estas amenazas no las tomó muy en serio, ni contó
          a nadie, fue un error que más tarde sería lapidario en su carrera polí-
          tica. En aquellos días quería olvidar este drama, quería olvidar mu-
          chas cosas, pero nunca su adolescencia y parte de su juventud en “El
          Paraíso Escondido”. Tampoco quería olvidar el día que conoció a
          Alejandra Centurión en Inteeso y el día que fue elegido diputado na-
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