Page 94 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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84 La trágica noche de Santacruz
Una noche calurosa de verano Euclides se animó invitar a Alejandra a
bailar, estaban en la habitación de estudio de él y ella aceptó. Los ojos
de Alejandra se iluminaron cuando entraron por primera vez a una dis-
coteca, ninguno conocía este lugar. La discoteca Continental era una de
la más lujosas de Bolivia, adornada espectacularmente, juegos de luces
de los más modernos de Sudamérica, ambientes para todo gusto, un
conjunto musical al vivo, cientos de parejas bailaban al ritmo, otros solo
bebían whisky, parejas de adultos también se divertían. La pareja bai-
laba los ritmos de moda, pero luego más pegaditos y se besaron apa-
sionadamente. Así fue cómo comenzaron a florecer los camotes, era el
amor de dos jóvenes ajenos al pecado, a la lujuria, era una pareja de ro-
mánticos jóvenes que buscaban y soñaban con la felicidad, sin imaginar
que primero se separarían y luego se cometió el atentado donde murie-
ron nueve personas.
Aproximadamente a las dos de la madrugada se marcharon de la dis-
coteca Continental, salieron tomados de la mano, estaban felices, alegres
con unas copas demás y caminaron por la avenida Velarde, caminaban
abrazados, luego se tomaban de la mano, cantando felices una canción
de moda del cantante Yaco Monti. En coro cantaban: “Yo te amo, tú me
amas…” Era una noche serena, el clima cálido los animó a caminar y
caminar, se besaban en cada farola hasta que llegaron a la plazuela Bla-
cutt. Se sentaron en un banco. La noche estaba estrellada y lúcida, la
plaza lucía casi desierta a esa hora. Fue cuando Alejandra dijo:
-El Sol ya se ocultó, pero la Luna nos mira en esta noche que nos
juraremos amor eterno. La Luna no se ocultará, será testigo de
nuestro amor…
Y Euclides respondió:
-Mientras te tengo en mis brazos miro el cielo estrellado que es
enorme, inconmensurable. Así es mi amor por ti Alejandra, no
tiene fin.