Page 193 - Libro Catecumeno
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“Después de cenar, tomó la copa y dijo: “Ésta es la copa de la nueva alianza,
sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes. Cuantas veces beban de
él, háganlo en memoria mía”.
Para los judíos ‘la sangre’ era la sede de la vida; Jesús está
hablando de su vida entregada, derramada por todos.
Como si tomara su vida entre sus manos y la presentara en un enorme brindis:
“por la vida del mundo”. Mientras esa copa circulaba, los discípulos habrán
recordado sus palabras: “Mi sangre es verdadera bebida; quien bebe mi sangre
tendrá vida eterna”. ¡La vida de Jesús, aquí!
Ese pan y ese vino transformados en sus manos, son el signo
entrañable de toda su vida. Por eso los cristianos proclamamos en
la Eucaristía: “¡Este es el sacramento de nuestra fe!”
4.2 “Hagan esto en memoria mía”: LA EUCARISTÍA
En esa solemne cena, Jesús ha inaugurado la “Nueva Alianza”.
La expresión “Hagan esto en memoria mía” instituye el Sacerdocio
cristiano: desde el Bautismo todos
somos llamados a entregar nuestra
vida, como Jesús. Pero además
algunos hermanos –los sacerdotes-
reciben el don que les permite ser
mediación para que ese milagro se
siga realizando.
En la Iglesia Católica creemos
firmemente que Jesús resucitado
está realmente presente en el pan y el vino consagrados.
La Eucaristía es el modo que Jesús ha elegido para quedarse, y
acompañarnos. Pero es también un gran desafío para la fe, porque
nuestros sentidos seguirán viendo y gustando el sabor del pan y del
vino; sin embargo, nos fiamos de Jesús y creemos que después de
la consagración ahí está él.
¡Lo que inventa el amor! Por nuestro amor se vino a este mundo
y nació indefenso en una gruta de pastores; por amor se dedicó
totalmente a enseñar, a sanar; por amor fue capaz entregar su vida
en una cruz. Por amor inventó el modo de acercarse a cada uno de
nosotros en el signo de un trocito de pan y de un poco de vino.
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