Page 45 - Libro Catecumeno
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• Tiene un corazón bueno, sensible frente al sufrimiento. Y actúa:
pone al servicio del enfermo su poder de Hijo de Dios, para mos-
trar que el Padre quiere vernos felices.
4. PLEGARIA
Oremos desde el pasaje de la resurrección del joven (Lucas 7,
11-17):
• Cuando se acercaba a la ciudad, sacaban a un muerto, hijo úni-
co de una viuda. Al verla, el Señor sintió compasión y le dijo: “No
llores”. Tú, Jesús, sientes compasión de esa mamá, te duelen
sus lágrimas. Te detienes para ayudar.
Señor, qué bueno que veas las lágrimas e intervengas para
dar vida. Sácame de la indiferencia; abre mis ojos para ver
el dolor de los demás. Demasiadas veces no me doy cuenta,
me encierro en mí mismo/a.
• “Se acercó, tocó el féretro, y le dijo al muerto: - Muchacho, yo te
lo ordeno, levántate”. Jesús, a veces noto que algo en mí está
dormido… o muerto. No tengo ganas, no quiero nada… También
veo otros compañeros/as que parecieran muertos.
¡Ven de nuevo Jesús, que te necesitamos! ¡No nos dejes ti-
rados en el ataúd!
• El muerto se incorporó y empezó a hablar. Jesús se lo entregó a
su madre. Lo primero que ha visto ese muchacho es tu rostro.
¡Qué bueno encontrarse contigo para volver a vivir! ¡También
yo quiero que me levantes; también yo quiero verte!
5. PROYECCIÓN
Vuelvo a leer el pasaje del evangelio que más me llamó la atención.
Me pregunto y decido:
• Aunque no tenga los poderes de Jesús, algunas cosas sí podría
hacer para aliviar en mi familia, entre los amigos/as; ¿cuáles son
mis ‘poderes’ y posibilidades para el bien?
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