Page 54 - historia de españa
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INTRODUCCIÓN
                   La economía española del siglo XIX se caracterizó por un crecimiento lento y un atraso

            relativo respecto a otros países de Europa. El desfase con el continente en cuanto al proceso de

            industrialización se explica en gran parte con el escaso desarrollo del sector agrario, debido a la

            desigual distribución de la tierra y al atraso tecnológico. Esta pésima situación se intentó solventar
            con una reforma agraria liberal que se va a extender a lo largo del siglo a través de los proyectos

            desamortizadores.

                   Entendemos desamortización al acto jurídico mediante el cual los bienes amortizados

            (manos muertas), es decir, que están inmovilizados sin poderse comprar ni vender, dejan de serlo,
            adquiriendo la condición de bienes de propiedad privada. Se trata de una incautación por el Estado

            (mediante   compensación)   de   bienes   raíces   pertenecientes   en   su   mayoría   a   la   Iglesia   y   los

            municipios.

            DESARROLLO
                   Se producirán dos desamortizaciones en este reinado, una en 1836, durante la regencia de

            Mª Cristina de Borbón, organizada por Mendizábal, recién terminada la primera guerra carlista,

            que afectará sobre todo a bienes eclesiásticos, y la otra durante la mayoría de edad de Isabel, en la

            fase del Bienio Progresista, en el año 1855, dirigida por el ministro Madoz y que se aplica a bienes
            civiles.

            Desamortización eclesiástica de Mendizábal (1836)

                   Cuando Mendizábal, del partido progresista, llegó desde Londres para formar parte del

            Gobierno, lo que le preocupa era garantizar la continuidad en el trono de Isabel II, o lo que era lo
            mismo, la del nuevo Estado Liberal. Para ello era necesaria ganar la guerra carlista; pero este

            objetivo no podría realizarse sin dinero o sin crédito. A su vez, para fortalecer la credibilidad del

            Estado ante futuras peticiones de crédito a instituciones extranjeras, era preciso eliminar la deuda

            pública hasta entonces contraída.
                   Ante la mala situación de Hacienda, Mendizábal juzgó que había que recurrir a nuevas

            fuentes   de   financiación,   y   éstas   no   eran   otras   que   los   bienes   eclesiásticos.   El   decreto

            desamortizador, publicado en 1836, en medio de la guerra civil con los carlistas, puso en venta
            todos los bienes del clero regular (frailes y monjas). De esta forma quedaron en manos del Estado

            y se subastaron no solamente tierras, sino casas, monasterios y conventos con todos sus enseres,

            incluidas las obras de arte y los libros.
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