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EL PLACER
NO ME SÉ SU NOMBRE, SOLO HE TENIDO SEXO CON ÉL
Algo está cambiando. Parece más sencillo tratar temas sexuales que temas
afectivos o amorosos. En el plano de las relaciones existe una inmadurez
rampante. Vivimos como si los treinta fueran los nuevos veinte y los cuarenta
los nuevos treinta.
E L CASO DE M ARTA
Marta acude a mi consulta la mañana de un viernes. Recuerdo que era viernes porque reconoció que
venía sin dormir, «de empalmada».
—Tenía la cita reservada desde hacía tiempo, pero el plan de anoche era estupendo y no podía
dejar de ir.
Intento que me hable de algo cómodo para que vaya tomando confianza y que me cuente qué le
trae al psiquiatra.
—¿Qué plan tuviste ayer? ¿Dónde fuiste?
—Pensé que sería una noche diferente, salir hasta las tantas en los últimos meses se ha convertido
en una rutina en la que siempre hacemos lo mismo: quedamos en casa de alguien, bebemos, salimos y
terminamos en alguna discoteca. He dormido con un chico al que conocí en el bar donde fuimos.
Marta reconoce que lo único que sabe de él son las pocas palabras que cruzaron mientras tomaban
algo. Durante más de una hora escucho su biografía con atención. Me relata su historia sentimental.
Salir, pasarlo bien, disfrutar, vivir de forma intensa el presente sin preocupaciones. No le apetece
comprometerse. Habla de los momentos en los que sufre de mayor ansiedad y de sensación de
tristeza. Busca la noche como vía de escape.
Reconoce que desde hace varios años el sexo se ha convertido en un mecanismo rápido para
encontrar placer y lo usa como simple divertimento, sobre todo cuando hay alcohol de por medio, al
margen de cualquier vinculación afectiva.
Tuvimos una conversación muy interesante sobre el amor y el sexo.
Después le hablé de su personalidad, sus factores de estrés y su sistema de
apego y fuimos vislumbrando algunas posibilidades para ver cómo salir de la
tristeza y angustia que sentía en ocasiones.