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Los hombres tienden a enfocarse en un tema particular
                                    y las mujeres son especialistas en recolectar

                                                       información.




                   A lo largo de los siglos el ser humano ha ido evolucionando desde todos

                los puntos de vista. Para la supervivencia hemos precisado —y precisamos
                —  un  enfoque  centrado  en  la  competencia,  la  fuerza,  la  agresividad  o  la
                lucha —más propia de la testosterona de los hombres— unido al cuidado, a

                la compasión, el mantenimiento de una red social de apoyo y a la empatía —
                producto  de  la  oxitocina  en  la  mujer—.  Compaginando  estas  dos  facetas
                hormonales  y  emocionales  hemos  llegado  a  una  ecuación  perfecta  y
                complementaria para asegurar la especie.





                                      EMBARAZO, PARTO Y POSPARTO


                   Una buena amiga me comentó tras el nacimiento de su hijo que lo que más

                le  había  costado  del  embarazo  era  notar  que  su  cerebro  funcionaba  de
                manera distinta. Ella es neuróloga y gran apasionada de la mente, por eso
                esto hizo que nos interesáramos ambas por este tipo de temas.
                   Muchas mujeres embarazadas perciben tener menos memoria o capacidad

                de prestar atención en algunos casos. La realidad es que su pensamiento está
                enfocado en el bebé y priorizan esa información sobre el resto, pudiéndose
                percibir algún déficit en su procesamiento.
                   Existe una investigación de 2016, liderada por la Universidad Autónoma

                de  Barcelona  y  el  Instituto  Hospital  del  Mar  de  Investigaciones  Médicas,
                sobre cómo el embarazo modifica el cerebro de las madres potenciando su
                capacidad de cuidar mejor al bebé, sin mermar ni perjudicar las habilidades
                intelectuales.  Se  realizó  una  resonancia  magnética  a  veinticinco  mujeres

                antes y después del parto y a sus parejas. Por otro lado, se empleó un grupo
                control de diecisiete mujeres que nunca habían sido madres y a sus parejas.
                Se realizó un seguimiento durante cinco años.
                   Las conclusiones publicadas en la revista Nature Neuro science mostraron

                que el primer embarazo disminuía el volumen de la materia gris del cerebro
                en  la  línea  cortical  anterior  y  posterior  y  en  alguna  zona  concreta  de  la
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