Page 129 - LIBRO DE RELIGION 2° MEDIO
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Desde la perspectiva cristiana






                Los sacramentos de sanación

                Sacramentos para el camino

                El Bautismo, la Confirmación y el Orden son sacramentos que se
                celebran una sola vez, porque imprimen carácter; es decir, marcan
                para siempre al que los recibe con el don del Espíritu Santo. La Eu-
                caristía, en cambio, alimenta al cristiano o cristiana a lo largo de toda
                su vida.
                Esta vida nueva está sujeta a adversidades y contratiempos: el sufri-
                miento, la enfermedad y la proximidad de la muerte, las tentaciones y
                el pecado. En palabras de San Pablo, la vida es como un tesoro que
                se lleva en vasijas de barro.
                Así, el camino de la fe puede verse debilitado e incluso perdido defi-
                nitivamente. Para superar esta realidad, la Iglesia celebra dos sacra-
                mentos: la Reconciliación y la Unción de los enfermos.

                Estos sacramentos ayudan a los cristianos y cristianas a seguir el cami-
                no de Jesús; los confortan ante las adversidades y los contratiempos
                que surgen, y los sanan de las debilidades que los angustian.
                Por este motivo, se les suele llamar sacramentos de sanación.
                Los cristianos afirman que el Señor Jesús conoce a cada persona
                en lo más íntimo y sabe que todos necesitamos perdonar y ser
                perdonados, que es necesario comprender el sentido del dolor
                y de la enfermedad para vivir con serenidad y la esperanza de
                que, al final, triunfarán el amor y la vida. De ahí la importancia
                de estos sacramentos.


                El perdón de los pecados

                Los hombres y las mujeres que han optado por Cristo han ini-
                ciado un camino de renuncia al pecado y, gracias a las aguas del
                Bautismo, han recibido el Espíritu Santo que los hace gozar de
                la vida nueva de Dios.
                Sin embargo, la vida nueva que han recibido no ha suprimido la
                fragilidad y la debilidad de la naturaleza humana, que los puede
                llevar de nuevo al pecado.
                Por eso, en muchas ocasiones las personas se encuentran divididas entre
                el bien que desean y el mal que muchas veces realizan. San Pablo lo ex-
                presaba así:

                   No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero hacer.
                   Ahora bien, si hago lo que no quiero hacer, ya no soy yo quien lo hace,
                   sino el pecado que está en mí.


                                                                    Rom. 7,19-20

                Estos hechos son causa de tristeza, impiden a las personas vivir en armonía
                con los demás y ser felices.
                Así pues, obrar el mal rompe nuestra relación con Dios, con los demás y
                con uno mismo. En eso consiste precisamente el pecado.



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