Page 11 - Palabras en libertad
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Todos tenemos en nuestro ejército una división, algunos soldados están

            encerrados, otros más libres. Eso depende de con quién te enfrentes. Artillería pesada se

            combate con artillería pesada porque si no quedan lastimadas las inocentes palabras que

            trataron de amigar.

                   Cuando llego a casa todavía estoy tensa y puede que cualquier excusa sea buena

            para apuntar y disparar. Entro, tiro el estuche con flechas, me desarmo pero nunca

            completamente. Tengo mi arma más poderosa, duele mucho más que una simple flecha,

            es un veneno afilado de letras que se enroscan, deforman y terminan en el otro.


                   A pesar de estar alerta les indico a mis soldados que por ahora no, que se ataca a
            mi señal. De frente se acerca mi posible futura contrincante e incluso desde acá, en la

            lejanía, se puede ver que viene cargando dos zapaterías y una oficina entera. ¿Cuántas

            minas habrá pisado? Me río de la imagen mientras lloro en silencio. Al principio, como

            con todo, estamos desconfiadas, nos saludamos mientras tentamos terreno. Uno de sus

            soldados intenta atacar, los míos responder, les digo que no. Ella entiende que a pesar de
            que su tropa es más numerosa, no es tan fuerte como la mía porque como el tiempo da,

            quita. Iza bandera blanca. Respiro. Los soldados se retiran. Nos damos la mano y ahí en

            pleno campo quemamos los roperos, los zapatos, las oficinas, los nudos. Ahí lloro y

            abrazo a mi, ahora, no contrincante. Le digo que un zapato me lastimó la espalda, “mirá

            que yo no pisé una mina, es de la explosión de otro”, le aclaro como si ella no lo supiera
            ya. En silencio le pido, “ayudame, sacame lo que no es mío porque yo ya no lo sé”.


                   Nunca lo hago pero esta vez siento que es necesario decirme: “Alto fuego, hoy

            quiero ofrenda de paz”. Te necesito de mi lado para abrazarme, curarme las heridas y

            darme consejos de batalla y vos a mí para recordarte que el trabajo no es todo y que otras

            cosas duelen más. Nos necesitamos porque mamá, nadie me dijo que batallar iba a ser tan
            complicado.





                                                                                 Joleto


                                                           (Josefina Vaca – 4º Año – Primer Premio)
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