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E D I T O R I A L





































                                  Balandra: f.s. NÁUT. Embarcación pequeña, de vela, con un solo palo.
                                  Bastó esta definición, precedida por la musicalidad de la misma palabra –que
                               evocaba almendros, balidos, andares– para asociarla con la sencillez, con los paisajes
                               inexplorados a los que sólo una nave pequeña puede acceder, con la modesta y sin
                               embargo cautivante narrativa que se desconoce y avanza también como una barca,
                               sin pompa, avivada por aires propicios, con la sola herramienta de su vela y la pericia
                               del timonel. La nave que muchas veces surca las aguas (ese inmenso mar de la litera-
                               tura que se ofrece a los lectores) a la sombra de embarcaciones mayores, majestuosas
                               y soberbias, en las que viajan tantas obras y narradores reconocidos, y que desde
                               cualquier orilla solemos ver pasar.
                                  La balandra, esa otra narrativa, la escrita por talentosos autores noveles, la de
                               los ya consagrados narradores de otras latitudes que por distintas razones no se han
                               publicado aún aquí, la de los escritores que dan sus primeros pasos en la ardua labor
                               de darse a conocer, la que construyen con su aporte y desde sus tareas específicas los
                               editores, los libreros, los traductores, los lectores y las instituciones. Ésa es la nave que
                               nos proponemos seguir. Su realidad es la que nos interesa mostrar.
                                  La balandra será entonces, la revista donde esa otra narrativa tenga sitio, se di-
                               funda y se disfrute. Esta invitación se abre no sólo a los autores nacientes o poco
                               divulgados y a los olvidados o desconocidos por estas orillas, que tendrán acá un
                               lugar destacado, sino a los que con su trabajo diario ayudan a que el viento sople a
                               favor, y muy especialmente a todos los lectores que, sin intención de ejercer el oficio
                               de narrar, quieran conocer las bambalinas de la creación literaria, ese espacio ape-
                               nas difundido de la literatura que nos proponemos revelar: el día a día del escritor,
                               los primeros intentos, sus interrogantes, los asuntos cotidianos que enfrentan o han
                               enfrentado alguna vez, antes, durante y después de inclinarse frente a la página en
                               blanco.
                                  Zarpamos, amigos. Bienvenidos a este viaje.


                                                    Alejandra Laurencich
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