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                                                   D E B A T E S













                         ¿UN ESCRITOR NACE O SE HACE?


                      Diez narradores consolidados aceptan el desafío de responder a una de las primeras
                      preguntas que se hace cualquiera que emprende el desafío de contar: ¿basta el puro
                      talento, y sin él nada se puede, o por el contrario hay un oficio de la literatura, que el
                            trabajo puede enseñar? ¿Cuándo puede uno afirmar que es escritor?



             ¿Hay un don que se recibe de antemano, o es tra-  mana, o contorsionarse en alguna habitación al son
          bajo y más trabajo lo que logra hacer de alguien un   de melodías más o menos apropiadas. Sin embargo,
          escritor? Pregunta simple, que de modo velado o di-  el hecho de poder manejar apenas las sintaxis y la gra-
          recto, se ha hecho o le ha sido formulada alguna vez a   mática de un idioma parece habilitar a cualquiera a
          todo el que ejerce el oficio de narrar. Un interrogante   decir “yo escribo”.
          que se plantea, con cierta angustia o ligera curiosidad,   Entonces, escribir no es ser escritor, muy bien.
          cualquier persona que comienza a escribir o que hace   Pero se es escritor escribiendo. No hay otro modo
          años está escribiendo sin acceder por esa tarea a una   de serlo. Ni el lector más voraz podrá ser escritor si
          valoración pública: la que va más allá de su círculo ín-  no ejerce el oficio. ¿Se es escritor siéndolo? Algo así.
          timo de amigos y parientes ¿Cuándo puede uno afir-  Ésta es la especie de absurdo o paradoja que acome-
          mar que es escritor? Con esta pregunta asoman otras   te con insistencia a una gran parte de los iniciados en
          que registran el anhelo, la necesidad de obtener certe-  la práctica de la escritura. Y aunque cuando uno ya
          zas, indicadores de no estar equivocando la apuesta:   está plenamente convencido de que es un escritor sue-
          ¿existe algo que pueda distinguir a una persona que   le olvidar esta pregunta, la mayoría pasa por ella en
          escribe con regularidad de un narrador?         algún momento, o la mayoría hemos sabido que no
             A diferencia de lo que ocurre en otras disciplinas   necesitábamos respuesta a ella, que lo éramos, éramos
          artísticas, en las que determinado título, sin dar garan-  escritores, aun mucho antes de que alguien nos nom-
          tía de talento, habla de una formación adecuada para   brara así.
          lanzarse a ejercer –hay facultades o escuelas de Bellas   Pero la inquietud existe y seguirá existiendo, ma-
          Artes, cinematografía, música, actuación, diseño, dan-  nifestada cotidianamente no sólo por aquellos que se
          za–, no hay escuelas que puedan dar título de escritor,   dedican o quieren dedicarse a la práctica de la escritu-
          ni la facultad faculta para serlo. Letras da egresados   ra, sino también por muchos lectores, interesados en
          en Letras, licenciados, doctores. No escritores. Si con-  las biografías de los autores que los han deslumbra-
          tabilizamos los casos de narradores que han cursado   do con sus cuentos o  novelas. Para aportar un poco
          estudios académicos, nos encontraremos con una mi-  de luz al asunto, teniendo en cuenta, incluso, que el
          noría. La mayoría proviene de otras carreras univer-  mejor modo de dedicarse a escribir es relativizando la
          sitarias, son autodidactas, o formados con la guía de   importancia de una validación a esa práctica, La ba-
          un maestro, o han salido de talleres privados. No hay   landra ha salido a buscar la opinión de un grupo de
          ninguna institución que además de herramientas y re-  notables narradores argentinos. Y el resultado es alen-
          cursos pueda brindar la “chapa” de escritor.    tador. Una pregunta tan naif o inútil para algunos, re-
             Esto parece dar lugar a una tierra de nadie, en la   sulta refrescante por lo que remueve: la propia historia
          que todo queda librado a los escrúpulos de quien la   de cada escritor.
          transita. Nadie se acercaría a un bailarín de ballet para
          decirle “¡yo también bailo!”, porque está claro que ese
          bailar no se refiere a ir a una discoteca cada fin de se-
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