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Vas a tener que caminar descalzo, hasta que recuperes
tus botas, entendido.
Sí mamá.
Báñate, estas hecho un asco.
Sí, mamá.
En la tarde el gringo llegó con un paquete. Me platicó
que su papá, el Pájaro, lo vio tan apurado que se
conmovió, me llevó a Tepito, y te compró estas botas.
Me aclaró que se las tienes que pagar, que le debes
doce pesos, ojala y te queden.
Me puse feliz, me las probé y me quedaron al pelo. Les
di una buena lavada, después las limpie con alcohol, y
salí para agradecer y reclamar a el Pájaro.
Lo encontré limpiando una escopeta, me paré frente a
él. ¡Y ahora que te pasa!
Lo abracé y le dí las gracias.
Ya, ya no ves que me interrumpes.
El gringo no tenía ninguna culpa y le pegaste.
¡No le pegué por tus botas, sino por las que me debía,
ahora lárgate!
Con dos visitas al Asturiano Lángara y unas cajas que
armé pagué en dos semanas.
Esta aventura quedó grabada en los anales de la
historia, como una burda imitación de Lady Godiva.
El tiempo siguió su marcha, el maestro Braulio nos
enseño Raíz cuadrada y cúbica, y nos dio una plática
sobre el sexo, descolgó los empolvados guantes y nos
deseo mucho éxito, y finalmente nos dijo adiós.