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llovido y en la calle aun quedaban charcos de buen
tamaño, iba distraido contemplando la naturaleza,
escuchando el trinar de los pajaros, senti que mi pie
derecho se undia en un charco.
No sabía que hacer, si regresar a la casa a cambiarme,
preocupar a mi mama, hacerla enojar y trabajar, echarle
a perder el dia o encarar a la señorita Elena.
Opte por lo segundo, como todos los lunes se cantaba
el himno nacional, se rendian honores a la bandera y al
final rápidamente desfilabamos frente a la directora,
que habil y vertiginosamente separaba a los infractores
de alguna de las reglas.
Al pasar yo con un rápido jalón de brazo me separo del
grupo.
Terminó el desfile y el siguiente paso era dirigirse a la
dirección a recibir el regaño, amenaza y el castigo
correspondiente. Con voz clara y entonada me dijo: “A
las diez y media de garza en la escalera”. Este castigo
consistía en pararse a mitad de la escalera principal en
un solo pie para que además del castigo físico, la burla
de todo el mundo, dejarme sin descanso y lo más
doloroso sin mi rico almuerzo. Durante la media hora
de castigo que parece un mes,
Pasaron algunas niñas que decían: “ pobrecito debe
estar muy cansado ”.Otros niños brincaban en un pie y
hacían algunos comentarios hirientes, entre esos niños
se encontraba Javier Barron, hijo del carnicero, un año
mayor que yo, pues habia reprobado el cuarto año.