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casa, estaba la fábrica de chocolates y chicles KATIE,
a esa hora la puerta con servicio a clientes estaba
abierta. Entré y me paré muy seguro, y me recargué en
el mostrador vitrina. La señora Katie sintió mi
presencia, me dijo: ¿Qué puedo hacer por ti? Mucho le
dije, necesito dinero. --Muy bien--, se levantó, caminó
hacía un rincón donde se encontraba un practico
perchero, de un saco que estaba colgado extrajo un
pequeño monedero, lo abrió y saco un billete de cinco
pesos, lo colocó suavemente ante mí, asombrado le dije
rapidamente, que el dinero, me habia enseñado mi
mamá y mi papá que tiene uno que ganárselo, y que si
no es así, el dinero no rinde y nunca se disfruta.
Lo que quiero es trabajar para ganar mucho dinero.
Muy bien, regresando el billete a su lugar, volteo a un
rincón donde habían un montón de cartones grises con
rojo, creo que se me ocurrió algo, tomó unas pinzas y
corto un fleje, regresó a mí con algunos cartones
diciendo, estos cartones, son cajas donde se acomodan
los chicles y los chocolates. ¿Podrás armarlos? Claro
que sí, esto es pan comido, tomé un cartón, lo miré un
momento, entendí rapidamente de lo que se trataba.
Cinco minutos después tenía dos cajas perfectamente
armadas. La señora Katie quedo sorprendida. Te voy a
pagar un centavo por cada caja, ¿Te parece bien? Sin
dejar de armar acepte.
Para las dos de la tarde tenía 223 cajas armadas, avisé
a la señora que me iba a ir a comer, por que ya tenía

