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A partir de este momento, narrare la apasionante
historia, espeluznante y conmovedora del quinto año,
ese lunes no me castigaron, entre al salón, me senté, y
puse toda mi atención a lo que el maestro decía, paso el
tiempo volando, sonó la campana y salimos al recreo,
desde el viernes pasado había quedado pendiente un
partido de football, cuyo resultado había sido un empate
a 2, se echo el volado, ganamos, Ricardo puso el balón
en movimiento, lo cedió a Cristino que de cabeza
entrego a Hilario, que mando un centro templadito, y yo
osado delantero, empeine impecablemente, pero el
balón fue desviado y desgraciadamente se estrello en la
cabecita de la Directora.
Los lentes volaron, sus pelitos salieron de su pequeño
chongo, medio atontada pedía sus lentes, conciente de
mi falta, rápidamente levante los lentes, con mi pañuelo
no muy limpio trate de ponerlos presentables, chuecos y
medio polvosos se los entregue, se los puso y cuando
me vio exclamo, que he hecho para merecer semejante
castigo, los espero en la dirección cuando termine su
clase.
Terminando la clase, nos dirigimos a la dirección,
caminábamos lentamente mis compañeros hacían
bromas, yo en cambio sabia que el castigo iba a ser
terrible, la falta lo ameritaba, y conocía perfectamente a
la señorita Elena, tía de mi primo hermano Juan Luis,
El Padre Juan, como ella le decía. La señorita Elena
era hermana de la mama de mi primo. El papa de Juan
