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una tostada especial, me convidaban de algún bocadito

que guardaban por allí, adoraban a mi mama que

siempre que podía las ayudaba de una u otra forma.
Comimos, me fui al campo a meditar, regrese ya casi

estaba oscuro, merendé un café con poca leche y mi

pan y fui a dormir. Casi no pude hacerlo, pensaba en el

castigo que se le iba a ocurrir a la señorita Elena.

Por la mañana, me vestí lo mejor que pude y temprano,

solo y desamparado tome el rumbo a la escuela. Fui el

primero en llegar, Cruz cuidaba la entrada, pase frente a
el, me miro y me dijo, que mala cara traes, que te pasa,

no conteste, seguí, subí la escalera, di vuelta a la

derecha, al final del pasillo estaba la dirección, entre y

me puse a contemplar la bandera, que tranquila,

imponente, descansaba dentro de su vitrina, a mi

espalda oí una voz que decía, debo reconocer que tienes

valor y además estas ansioso por conocer tu castigo.
Pues bien, como tu cometiste la falta, tu solo serás el

encargado de pintar, aquí te entrego un cuaderno, Cruz

anotara cada cosa que pintes, cuando completes

cincuenta deberás presentármela, segunda parte,

preséntate con la señorita Sofía, ella tiene mis

instrucciones.

Me presente con la señorita Sofía, titular del quinto año,

la salude respetuosamente, me miro dulce y

compasivamente, hasta maternal, señalo un mesa banco
que estaba a su derecha, y me indico que a partir de esta

mañana ese seria mi lugar. Me quede estupefacto, mudo,