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merendar.

               Tenía una casa enorme, entrando por la puerta principal

               había un corredor lleno de macetas, a la derecha estaba
               la sala y el salón de eventos, media 10 x 5 metros,

               estaba alfombrado de un color verde seco, al fondo

               había una enorme  pianola, a la que se le colocaban

               unos rollos de papel con perforaciones, y en la parte de

               abajo tenía unos pedales, que activaban el

               funcionamiento y producía una hermosa música,

               también se podía usar como piano. En las paredes se
               podían ver hermosos y caros espejos, los sillones y

               sofás eran de primera calidad, las mesas de centro y los

               esquineros se adornaban con finas figuras de porcelana

               china, las cortinas confeccionadas con finas telas, con

               unos flecos dorados, que colgaban de las orillas

               rematando perfectamente; en el techo había dos arañas

               de luces multicolores.
               Esa tarde la merienda consistió en unos ricos

               pambazos, atole de nuez o agua de jamaica. Bien

               comidos y cansados dimos las gracias y nos fuimos a

               dormir.

               Después de varios días de trabajo arduo, ya teníamos

               un grupo variado e interesante, solo nos faltaba el

               Zacatón, un insecto que se asemeja en su forma a una

               planta de maíz, los conocedores del campo nos

               aconsejaron que seguro lo encontraríamos en las jaras,
               después de dos días de intensa búsqueda, por fin lo

               encontramos y la euforia nos invadió; en el último
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