Page 66 - LIBRO EN PDF RECUERDOS.wps
P. 66
una tarántula por un hombro, un alacrán por el
ombligo, cantidad de arañitas, y abejorros que le
volaban por todos lados, empezó a correr y se alejó
maldiciendo.
Días después pagamos el precio de nuestra osadía. Pero
valió la pena, todavía ahora muchísimos años después
cuando me acuerdo como me río.
Durante varios días no podíamos salir solos, siempre lo
hacíamos con un chaperón, o como los gatos, por las
azoteas. La casa de mi mamá y la de mis tíos estaban
juntas, luego estaba una fábrica de chicles, y atrás se
encontraba la casa de mi tía Sarita; Carlos nos
esperaba en la calle de Ocaranza y nosotros salíamos
por la calle de Natal Pesado. Cada día iba creciendo el
coraje del pelafustán de Carlos. Pensamos que nunca
iba a desistir por lo que decidimos que el Pájaro era
nuestra salvación; después de narrarle con lujo de
detalles y procurando hacer una gran actuación, no solo
logramos que nos comprendiera, sino que empezó a reír
y reír como nunca lo habíamos visto jamás, de pronto
calló, y nos advirtió que era la última.
Bajamos humildemente nuestras cabezas y asentimos.
Días después se preparaba para salir de cacería, en la
puerta lo esperaba el Sr. Antonio Ambrosi, un amigo
que lo apreciaba y respetaba, además de admirarlo por
ser una gran persona y el mejor de los cazadores, como
el siempre lo decía. Cuando salió, de reojo pudo
observar a Carlos que estaba parado enfrente, atravesó