Page 85 - LIBRO EN PDF RECUERDOS.wps
P. 85
de quitar una llanta.
Después salimos lentamente de la Iglesia, purificados y
felices.
Tomados de la mano nos dirigimos rumbo a la
plazoleta. Dimos varias vueltas a paso muy lento, el sol
estaba rico, pero ya teníamos sed y nos moríamos de
hambre. En una sombreada esquina del kiosco, donde
llegaba el aroma de los rosales, en una pequeña mesa,
acerque una silla a Renata que sonrió agradecida, se
acercó una niña y nos tomó la orden, una limonada
gigante, un orange con mucho hielo, callos de hacha
y un plato con pepino, mango y sandía.
Una hora después, vasos, platón, todo estaba vació,
satisfechos de mente, cuerpo y alma, pedí la cuenta,
pagué y dí una buena propina a la niña, le acaricié su
carita y le dí las gracias. Tomamos el rumbo a casa de
Renata, esta vez ella me tomó la mano, llegando a su
casa me convidó a entrar.
Yo quisiera no separarme nunca de ti, pero no hay que
abusar, tu Papá y Rina son prudentes y tolerantes y
sobre todo tú, los tres tienen muchas cosas que hacer.
Pero vete preparando porque el aprendiz de ajedrez
estará todos los días a partir de mañana en tu
hospitalaria casa, y sobre todo en tu compañía. Se me
acercó, cerró sus ojos y me besó, el beso rápido, el
brillo de sus ojos me decían tantas cosas.
Cerró la puerta y la volvió a abrir, asomó su cabeza y
me gritó: ¡Ya no te debemos nada!