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incluía timón y dos salvavidas.
Me faltaba lo más importante, la autorización del
Doctor. La noche que solicité el permiso y fue
aprobado, inspirado gané por primera vez, te felicito,
me pusiste una trampa tonta, y yo caí, pero no volverá a
suceder. Días después el Doctor me dijo: Creo que ya
no puedo enseñarte, busca nuevos oponentes,
descansaremos unas semanas, y con nuevos bríos y
conocimientos volveremos a jugar.
Renata cada día estudiaba más y el sonido era
grandioso.
En uno de sus descansos me dijo; Me habló mi mamá
para darme una gran noticia, tengo una beca para
estudiar en el conservatorio un año, después habrá un
concurso y los dos ganadores, irán a Francia y Estados
Unidos a dar unos conciertos.
Por lo pronto tendré que ir a México a llenar una
solicitud y los trámites burocráticos tres o cuatro días.
En ese momento mi corazón se destrozó, fingí una gran
alegría, la abracé y la felicité efusivamente.
Amada Renata, la vida te hará justicia, tendrás la
oportunidad de hacer felices a tantas personas que
tendrán el enorme privilegio de escucharte y compartir
tus momentos de éxito y felicidad.
Debería estar feliz, pero no es así, imagino el precio
que tendré que pagar y creó que será excesivo.
Nada de eso, ¿recuerdas cuando yo te cobré mis
servicios de talachero y mueblero?
